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LOS ESTUDIANTES

SAINT PAUL, MN

Cuando los conflictos políticos eran la nota diaria en el Chile de los 70s, y previo a la debacle liderada por el ejército chileno con el asesinato de Salvador Allende, el 11 de Septiembre de 1973, Violeta Parra cantaba a los estudiantes de Chile, de América Latina y del mundo entero.

“Que vivan los estudiantes,
jardín de las alegrías.”

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Parra cantaba a esos estudiantes que protestaban en la calle en contra de lo que consideraban no funcionaba de forma apropiada. Parra sabía que la educación es fundamental para el desarrollo de cualquier nación, de cualquier grupo social. Pero sabía también que con educación, los individuos sean capaces de cuestionar, de criticar y de descalificar todo aquello que no les parezca pertinente. Eso, en sí, es un ejercicio que enriquece el conocimiento, la capacidad de crítica y análisis, pero sobre todo, el innegable compromiso de generar soluciones a los problemas.

Esa generación estudiantil de Chile, acaso hacía eco de los movimientos estudiantiles que tuvieron lugar en el mundo entero durante el año de 1968. En Columbia University, en los Estados Unidos; en la Sorbona de Paris, en Francia; la Primavera de Praga, en Checoslovaquia; el movimiento estudiantil de 1968, en México. Este último, como antesala de los juegos olímpicos que se celebraron en México, y que por lo mismo finalizó con una masacre en la Plaza de las 3 Culturas en Tlatelolco.

No debemos olvidarlo: los estudiantes aprenden, a través de la crítica y el análisis. Al criticar, y analizar, descubren disfuncionalidades. Y así, las protestas se tornan cíclicas. En México, estas tuvieron lugar en 1970, en 1988, en el 2000, en el 2012 y están ocurriendo en estos días, en pleno 2014. La chispa que inicia los movimientos ha sido variada. Desde asuntos educativos y de reforma educativa, a procesos electorales (Soy 132), y de magnitudes distintas. Grandes movilizaciones son comunes,  y sin duda aparecen como una afrenta a amplios sectores de la población, y sobre todo a quienes son responsables de la toma de decisiones en el plano político.

Hoy, el Instituto Politécnico Nacional, como ocurrió en junio de 1968, ve a sus estudiantes protestar masivamente en contra de un nuevo reglamento interno, que, a decir de algunos analistas, impone una reestructuración en la concepción de la educación que se ofrece en dicho instituto, para colocarlo como competidor de los CONALEPS. Formación de cuadros medios, técnicos, en desatención de profesionistas en ciencias de ingeniería o físicas. La movilización que emergió, llevó a la renuncia de la directora del instituto, y a un diálogo directo con el secretario de gobernación en México. Un hecho inédito en la historia de los movimientos sociales en México.

Vale preguntarse entonces, si el gobierno mexicano ¿ha sido capaz de dar una respuesta apropiada a las demandas estudiantiles, y por tanto si contamos con un gobierno que es capaz, al fin, de entender las demandas sociales? Un solo hecho se presenta como evidencia de que no: la desaparición de 43 estudiantes normalistas en el estado de Guerrero. Las especulaciones que esto ha desatado apuntan a lugares siniestros y oscuros  en los que se teme por sus vidas. Desde el hecho de que quienes les levantaron fueron policías, aunado al vínculo que autoridades del estado tienen con el narcotráfico, y al miedo colectivo, México hoy vive serios momentos de incertidumbre, semejantes a los que se vivieron en el ascenso del movimiento estudiantil de 1968. Y el panorama es aún más deprimente, si acaso pudiese serlo, con la noticia de las fosas comunes en la que yacen cadáveres, no identificados aun, o de los que no se ha querido dar a conocer su identidad, y que hacen sospechar se trata de los estudiantes normalistas.

Ellos tan solo buscaban viajar a la ciudad de México para participar en la conmemoración del 2 de octubre. Justo cuando quienes se rehúsan a olvidarlo, marcharon de la Plaza de las 3 Culturas al Zócalo, y en tanto los estudiantes del politécnico hacían lo propio. En esta ocasión, la conmemoración del 2 de octubre tenía el nombre de Raúl Álvarez Garín, líder del movimiento del 68, quien falleció el pasado mes de septiembre.

Los estudiantes, quienes son la esperanza de un futuro mejor, son también potenciales portavoces en contra de un sistema que pueda parecer incapaz de acabar con los niveles de violencia que hoy dan cuenta de inestabilidad e incertidumbre. Un estado que ha sido incapaz de frenar la escalada de luchas fratricidas y entre facciones por el control de “negocios” envilecidos que se nutren del mal de muchos.

Esos estudiantes, a quienes, como Violeta Parra, amo también, pueden verse de pronto insertos en un fuego cruzado del cual no serán sino las víctimas una vez más. Si cada año recordamos con gusto el aniversario del inicio de nuestras luchas de independencia y revolución, que se desarrollaron con millones de promesas a costa de millones de muertes, no debemos olvidar la historia de los movimientos estudiantiles. No olvidemos ni el 2 de octubre, ni el 10 de junio, ni ninguna fecha significativa en la historia de los estudiantes mexicanos. Estemos más bien alertas, que los tiempos que vivimos en México no son de lontananza y los cambios propuestos en material política, económica o social, se enmarcan en graves signos de inestabilidad y de componendas con el México Negro.

Cuidemos a nuestros estudiantes, en México, y en cualquier parte del mundo que se encuentren, pues ellos son la única esperanza real que tenemos para que las cosas mejoren en un futuro próximo. Tomemos conciencia de la importancia de la educación, y comprometámonos a apoyar las mentes críticas y analíticas de quienes han tenido la oportunidad de asistir a la escuela. Apoyemos a quienes la han buscado infructuosamente, y promovamos una mayor participación de nuestros jóvenes, para que no necesiten de afiliarse a las filas de la violencia por falta de alternativas.

¿Y qué ocurre cuando estos estudiantes se encuentran en un ambiente adverso? ¿Qué pasa con aquellos que incluso han crecido en otro país, y de pronto se encuentran con dificultades para alcanzar sus sueños? Por supuesto que pienso en los estudiantes indocumentados en Estados Unidos, y más específicamente en Minnesota. Ellos también se movilizan, evidenciando las fallas de los sistemas educativos y legales. Ellos desarrollan constante trabajo para revertir las tendencias, y por ellos se han atrevido a auto-denominarse DREAMERS, soñadores. Aun cuando DREAM signifique algo institucional (Development, Relief, and Education for Alien Minors), nuestros estudiantes sueñan y se organizan.

En Minnesota, nuestros estudiantes soñadores han logrado convencer a amplios sectores políticos y sociales, con lo que el estado se suma a la aun precaria lista de quienes han implementado alguna legislación local en apoyo a los estudiantes, sin importar su condición migratoria, y allanar su paso por los sistemas de educación superior. Falta muchísimo por hacer, pues la vida sigue después del college, y estoy convencido de que nuestros estudiantes continuarán analizando y criticando, para ofrecer soluciones. Debemos apoyar a estos estudiantes; escucharles y entenderles, para acelerar el proceso de cambio, pues de otra forma pagaríamos un costo muy alto. Diferente a lo que ocurriría en México, pero igualmente devastador.

‘Vivan los estudiantes, y, por favor, no olvidemos nunca el valor que ellos tienen para nuestra sociedad y para nuestras comunidades, alrededor del mundo. Todos son y hemos sido Dreamers, y tenemos el compromiso moral de ayudar a que esos sueños, los de equidad y justicia, se vuelvan realidad. Que nuestros estudiantes sean por fin, un jardín de las alegrías.”


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