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MAS RAICES Y MAS SUEÑOS CON EL CORO CRIOLLO DE CUBA

creole choir

SAINT PAUL, MN

Existen mil maneras de aprender historia. La que nos enseñan en la escuela, que puede ser la oficial, salvo que el maestro o el profesor decidan compartir otras visiones de la historia; puede uno también elegir textos, muchas veces incluso al azar, y volverse autodidactas (siendo yo historiador, he tenido la oportunidad de conocer a muchísima gente que dicen serlo también por hobby, aunque sean abogados o economistas); pero la más rica y enriquecedora forma es a través de las tradiciones que pasan de generación en generación. Y aún mejor, si el pasaje se da a través de la música, o cualquier expresión artística.

El Ordway Center fue, de nueva cuenta, un extraordinario anfitrión para invitarnos a aprender sobre la historia Cubana. Así como hace unas semanas Nachito Herrera nos paseó por las calles de la Habana, en esta ocasión el Coro Criollo de Cuba nos abrió las mentes y las almas para conocer sobre la historia de la migración haitiana en la isla. Un fenómeno del que poco o casi nada sabemos, y poco pensamos. Pero, por cierto, lógico: los habitantes de las islas caribeñas ciertamente comparten gente y cultura, creando esas características singulares que definen a la región.

El Coro fue creado por un grupo de descendientes de inmigrantes haitianos en Cuba, para celebrar la historia de este grupo, en Camagüey, tercera ciudad en importancia en Cuba. El grupo nace en 1994, durante el llamado “Período Especial”, en el que la economía cubana se colapsaba ante la pérdida de apoyo por parte de la URSS. Ante las críticas condiciones que se vivían en la isla, con cortes de luz cotidianos, y racionamiento de alimentos, este grupo de 10 personas decidió retomar las canciones y ritmos de lamento que crearon sus ancestros quienes resistieron bajo el esclavismo y los malos tratos.

Emilia Diaz Chávez, directora del grupo, propuso llamarle al mismo Desandann, que es la palabra criolla haitiana para descendientes. Y estos descendientes, usando coloridos faldones y blusas, las mujeres, y exquisitos colores en sus camisas los hombres, acompañados por unos timbales, claves y güiros, nos obsequiaron sus voces para hablarnos de esa historia poco conocida de la inmigración africana a Cuba que llegó primero a Haití.

Desde el Preludio, pasando por la Llegada, y siguiendo con el resto del programa, en la primera mitad. Los cantos que escuchamos sonaban a profundo dolor y penar. Sin embargo, estaban también cargados de esperanza y de amor por la vida misma. La coreografía dancística que ejecutaban esas cinco hermosas mujeres al cantar, aparecía magnificada como una partitura que todas seguían con exactitud y gozo. Las caderas, los brazos, los hombros se movían al ritmo que los timbales les marcaban, y enfatizaban los tonos, en ocasiones altísimos, con que cantaban esas cinco hermosas voces. Un ensamble perfecto.

Las voces masculinas, graves por naturaleza, y aún más bajas de lo común, completaban el arreglo floral del que fuimos testigos. Y por si eso fuese aún poco, una pantalla gigante acompañaba con imágenes de video las canciones, como para ilustrar las letras de Pa gen dlo (sin agua), Simbi, Boullando (Bola en mi espalda), o Tripot. Cuando el grupo nos ofreció su interpretación Marasa Elu (Una niña especial), nos fue ofrecida una breve explicación del contenido de la misma, refiriéndose a una pequeña huérfana que busca ayuda. El auditorio entero se entregaba al ritmo, y en este punto del concierto, existía ya una completa comunión entre intérpretes y escuchas.

Algunos videos mostraban brevemente el trabajo del Coro en Cuba, y su intención de mantener la tradición, creando ya una escuela para jóvenes. Imágenes de Camagüey, de la isla, remarcaban el valor que tiene el canto como transmisor de cultural y conocimiento. Y ello preparó el escenario para la segunda mitad. El idioma creole con que se cantaba, parecía ya entendible. Cuando Panama Mwen Tonbe (Se me cayó mi sombrero) fue interpretado, casi podíamos seguir la historia del hombre que pierde su panamá debido al viento en su camino de Jacmel a Lavale, preguntando por él a su vuelta.

Pero la comunión fue aún mayor cuando las canciones fueron ahora interpretadas en español Asi Cachita se alborotó, cuando miraba escuchaba las maracas y veía al de los timbales alborotarse. O cuando Camina como Chencha fue presentada y mucha gente se paró frente a sus asientos para bailar, o al menos seguir los ritmos con los hombros. Nuestros intérpretes arengaban a la gente a aplaudir, a sumarse a la fiesta, coas que terminó en un bullicio, cuando se les invitó a subir al escenario y bailar con ellas y ellos.

Se nos invitó a cantar con el grupo, y en un reto lanzado por Emilia, nadie fue capaz de alcanzar las notas tan altas que pedía replicáramos, pero todos lo intentamos, generando un mosaico multicolor de voces, las más desafinadas y fuera de tono, pero contagiados con la viveza y fuerza que había ya tomado por asalto el foro.

Cuando supimos que el grupo viajó a Haití luego de los temblores del 2010,  pudimos ver cómo esa música, esos cantos criollos, actuaban no sólo como testimonio de una historia vieja, sino como medio para aliviar en alguna medida el dolor causado por tan terroríficos estragos. Igualmente, pudimos comprender cómo la población haitiana sigue cantando y bailando, para sacar el dolor que abruma sus pechos, sus mentes y sus almas. El Coro volvió a Cuba con ritmos contemporáneos haitianos y creció, al ofrecer ayuda a los hermanos en desgracia. La noche del 22 en el Ordway, al compartirnos esa historia, esas Historias, el Coro nos dio una enorme lección de historia, de amor y de dolor, pero sobre todo de solidaridad.

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La presentación cerró luego de una ovación, y una última interpretación, Juramento, que nos hizo hervir la sangre que corría en nuestras arterias a gran velocidad. Impulsada por nuestros latidos que parecían ya anticipar un infarto al miocardio, al verles caminar por el pasillo, entre los asientos, entre la gente. Así cerro una noche más en la isla Cubana. El Ordway se merece grandes aplausos por presentar esta delicia artística, pero sobre todo por abrir recurrentemente sus puertas a este tipo de expresiones culturales. Habrá que estar atentos a lo que nos ofrezca próximamente (por lo pronto, dentro del ciclo Raíces y Sueños: Cuba, el 7 de febrero se presentará Contra-Tiempo, un grupo de danza, también de Cuba, con fama mundial.)

Para mayor información, visite el sitio www.ordway.org


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