MINNEAPOLIS, MN
“Puerto Rico, ala que cayó al mar, que no pudo volar…”
Así se refiere a la isla caribeña el cantante cubano Pablo Milanés. Y es que, como dice su canción, “Cuba y Puerto Rico son, de un pájaro las dos alas” Islas vecinas que han compartido un origen común, cuando en 1492 ambas se convirtieron en puntos de experimentación para la expansión española. Ambas islas que vieron a su población indígena, los Taínos, desaparecer en pocos años a partir de 1492. Islas que, sin embargo, siguieron caminos diferentes a partir de la guerra de 1898 entre Estados Unidos y España.
Al momento que los Estados Unidos, que habrían apoyado la independencia de ambas islas del imperio español, intentaba ejercer absoluto control sobre las mismas, Cuba optó por seguir un camino independentista, en tanto que Puerto Rico aceptó cambiar su condición de una de las dos últimas colonias de la península ibérica, para convertirse, en 1952, en un Estado Asociado.
Un estado que es y no es parte del país, y cuya soberanía descansa en el congreso de los propios Estados Unidos, pese a que su participación política es limitada, sin derecho a los puertorriqueños a participar en la elección presidencial, y con limitada representación en el propio congreso.
Por ello, y desde ese momento, ha existido un constante debate sobre las condiciones bajo las cuales Puerto Rico se encuentra asociado al país de las barras y las estrellas, centrado en las diversas opciones entre permanecer como Estado Libre Asociado, bajo las condiciones actuales; demandar plena independencia como país autónomo o bien integrarse completa y legalmente a los Estados Unidos.
Hoy, cuando Puerto Rico vive una de las crisis económicas y sociales más severas de los últimos años, en la isla se celebró un plebiscito más para establecer si la población desea o no convertirse en el estado número 51 de loe Estados Unidos. La mayoría de quienes acudieron a expresar sus posiciones, 97 por ciento, se manifestaron en favor de dicha condición.
Sin embargo, aun cuando la isla reporta regularmente porcentajes de participación cercanos al 80 por ciento, este domingo 11 de junio de 2017, esta apenas alcanzó el 23 por ciento. Los centros de votación estuvieron virtualmente vacíos a lo largo del día, y como consecuencia la oposición a la medida se expresó casi unánime por el desconocimiento del proceso.
Por su parte, el gobernador de Puerto Rico, Ricardo A. Rosselló, indicó que planeaba llevar la victoria de una propuesta que ha promovido casi incansablemente, directamente a Washington DC, con la solicitud de que el congreso de los Estados Unidos admita la anexión definitiva de Puerto Rico a la Unión.
Aníbal Acevedo, exgobernador de la isla, ha dicho que el resultado del proceso, con ese 97 por ciento como resultado, perjudicará mayormente al gobierno de Rosselló, indicando que el congreso estadounidense más bien se reirá en cara del actual gobernador, indicando que dicho resultado electoral corresponde más bien al ejercicio de gobernantes totalitarios.
Para muchos habitantes de la isla caribeña, la anexión definitiva a la Unión significaría la renuncia total a la historia que les define, así como paulatinamente al uso del idioma español. Sin embargo, otros reconocen que acaso ser parte del país del Tío Sam sería la única solución para salir de la crisis que agobia a la isla y que tiene a sus habitantes en condiciones críticas.
Como quiera que sea, la última palabra sobre el asunto lo tiene el congreso de Los Estados Unidos, en donde acaso no se vea como una prioridad en estos momentos, y si, como siempre, en las coyunturas electorales.
Hoy, por lo pronto, pareciera que Pablo Milanés hubiera vaticinado que en algún momento esa ala de ese pájaro del Caribe terminaría por dejar de volar. Pero acaso aun teniendo que enfrentar irreconciliables debates y a la espera de que el gobierno de Washington decida el destino de esa que cayó al mar…
