MINNEAPOLIS, MN
La raza mexicana no es de débiles como se nos ha hecho creer. La nuestra es una raza fuerte. Nuestro lado fuerte, nuestra sangre indígena, nuestros antepasados los originales, sangre guerrera, no es sangre de débiles como nos han hecho creer por cientos de años. ¿Cómo puede ser posible que llegáramos a un punto en que nos avergoncemos de nuestro lado fuerte?
Habrá que reescribir parte de nuestra historia, derrumbar los mitos que en los libros de texto nos hablan de mentiras tomadas como verdades absolutas, incuestionables, empezando por que el sector intelectual mexicano graduado en Harvard, Yale o La Sorbona, salga del dulce sueño de confort que le da el poner su pluma y tinta al servicio del poder.
El llamado Día de la Raza o descubrimiento de América por parte de las huestes de ladrones y asesinos a las órdenes de Cristóbal Colón, es una historia de exterminio, de saqueo y pillaje, un genocidio cometido en contra de los pueblos originarios de este continente.
Desde Alaska hasta la Patagonia, la “Europa Civilizada y Cristiana” dejó el rastro característico que suelen dejar los grandes depredadores cuando cazan y devoran a sus presas. Indígenas pieles rojas y aztecas, mayas, caribes, incas y mapuches, fueron prácticamente llevados al exterminio, sus mejores tierras robadas, hombres, mujeres, niños y ancianos condenados a vivir como esclavos en su propia tierra, muriendo lentamente en las minas de plata y oro que fueron el preludio de la explotación de nuestros recursos naturales.
¿Muy posiblemente en la actualidad a los defensores de la economía de mercado, les suene las palabras Reservaciones Indígenas? Igual y ni siquiera lo saben, si algo les distingue es que se limitan a declamar las recetas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, y si las cosas salen mal por aquello de la ausencia de materia gris en el cerebro, solución sencilla, terminan graduándose con tesis robadas en alguna Universidad impulsora del Neoliberalismo.
A más de 500 años de que la América indígena cayó ante el filo de las espadas y del adormecedor brillo de las cruces, los focos de resistencia se multiplican por las tierras de Cuauhtémoc y Atahualpa, de Túpac Amaru y del indio Seattle.
Llegará la hora del pobre, llegará la hora de la mayoría, llegará la hora del pueblo originario.
Va llegando la hora de que nuestra madre patria escriba su propia historia, que la escriba con sus propias palabras, con sus propias manos, con sus propias letras, con su propia mente. Esta será la hora del verdadero México.
Fraternalmente.
Movimiento Regeneración Nacional, Morena, Comité de Minnesota.
¡Por una Nueva República, Justa, Democrática e Incluyente!
¡Viva la América Indígena! ¡Vivan los pueblos originarios de América!