MINNEAPOLIS, MN
Existen miles de historias personales que pueden tener en común un evento: se trata de individuos que no llegan a graduarse de high school, o bien que dejan de asistir a clases una vez que se inscriben en programas universitarios. En muchos casos, un común denominador es que no existe apoyo por parte de quienes se podría esperar, incluyendo los padres, autoridades escolares, maestros, ni incluso los concejeros que supuestamente debieran trabajar para incentivar a los estudiantes.
Muchas son las circunstancias que llevan a un estudiante a perder el interés, o bien nunca llegar a tenerlo, por llegar a graduarse. E incluso, en muchos casos se llega a la conclusión facilona que sentencia a quienes no concluyen sus estudios al recibir “lo que merecían” por no tener aptitudes para lograrlo. Lo cierto es que la incidencia de estos casos es desproporcionadamente mayor entre comunidades de color, en comparación con estudiantes de comunidades anglosajonas.
Hoy, particularmente en Minnesota, la brecha académica es abismal, quienes tienen no sólo que convencer a los funcionarios de educación, sino que se preocupan también por hacer estos problemas evidentes a ojos de los legisladores y líderes cívicos a fin de que se pueda considerar esto un problema que tendrá, más temprano que tarde, serias implicaciones en la economía del estado. Una economía que requiere de trabajadores calificados, y para el cual el segmento de la población que crece a mayor ritmo, y que podrá proveer de dicha fuerza laboral, es el constituido por estudiantes de color. Y ellos son quienes mantienen bajas tasas de graduación de high school.
Muchas son las escuelas, así, individualmente, han mejorado sus tasas de graduación, una por acá, otra por allá, entre alumnos de color. Acaso en muchos casos mediante la implementación de programas de intervención temprana una vez se ha detectado la presencia de estudiantes con problemas. Entonces, se les ofrece el apoyo que ellos necesitan. Sin embargo, para generalizar la implementación de estos programas, es necesario contar con recursos, que en Minnesota cuentan por una pequeña fracción de lo invertido en educación, acaso menor que en cualquier otro estado del país.
Un reporte periodístico de investigación, presentado por la Radio Pública de Minnesota (MPR), muestra que esta condición ha prevalecido en el estado a lo largo ya de más de una década. Y en dicho reporte se sugiere que “intervenciones como esa, pueden ser críticas en identificar estudiantes que están cayendo fuera de la posibilidad de graduarse.”
Tasas de graduación, comparadas con las observadas a nivel nacional, colocan a Minnesota en el lugar 34, en tanto que los estudiantes blancos, al comparárseles con estudiantes blancos de otros estados, colocan a Minnesota en el sitio 32, los nativo-americanos, en el lugar 45, Asiático americanos, en el 46, los estudiantes negros, en el 48, y la tasa de graduación entre estudiantes de origen latino coloca al estado en el lugar 50.
En el 2014, los estudiantes Latinos de Minnesota se graduaron a una tasa de 66 por ciento, la más baja en todo el país para ese grupo étnico. Sin embargo, las tasas de graduación entre estudiantes negros fueron de 62 pro ciento, y entre estudiantes nativo-americanos llegó tan sólo a 52 por ciento. En ambos casos, llegando a colocar a Minnesota en los lugares 48 y 45 entre esos grupos en todo el país.
“Tenemos aún mucho por hacer en relación con otros estados,” dijo la comisionada estatal de educación, Brenda Cassellius. “Todo [los indicadores] subió el año pasado, pero teníamos que hacerlo más rápido.”
El extenso reporte, que cubre con detalle ejercicios exitosos que impulsan a estudiantes a no darse por vencidos, concluye que no es sólo la situación económica la que determina el bajo rendimiento escolar, siendo muy importante el contar con apoyo desde múltiples frentes.
