MINNEAPOLIS, MN
Licorerías, sucursales bancarias, cafeterías, la sede del mayor sindicato de EEUU, casi todos los establecimientos cercanos a la Casa Blanca mostraban este lunes las cicatrices de otra noche de violentas protestas ante el inquietante silencio del presidente Donald Trump.
El centro de la capital amaneció con el resultado de la batalla campal de anoche: Vidrios rotos, puertas destrozadas, pintadas contra Trump y a favor del movimiento Black Lives Matter (Las vidas afroamericanas importan) mientras en Lafayette Square (la plaza situada frente a la casa presidencial) los operarios y agentes de seguridad trataban de limpiar los desperfectos.
Pese al toque de queda decretado por la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, los participantes en las protestas mantuvieron la actitud desafiante ante las fuerzas de seguridad quienes recurrieron al lanzamiento de pelotas de goma y gas lacrimógeno
La ola nacional de disturbios, y que en muchos casos degeneró en saqueos, ha dejado sin palabras por el momento al presidente Trump, lo que añade inquietud ante la evolución en los próximos días.
NEGOCIOS DESTROZADOS
Frente a la sede de su gestora inmobiliaria Liberty Group en la calle 14, Andrew Cohn, explicó cómo su puerta había sido rota a mazazos y las ventanas quebradas con ladrillos y aseguró a Efe que estas acciones “no tienen que nada ver con cuestiones de raza, esto tiene que ver con oportunistas que generan caos y son violentos”.
Cohn destacó que ha instado a sus empleados a proteger el establecimiento ante lo que espera que sea otra noche de protestas.
En la licorería de al lado, los daños eran aún más graves, ya que los manifestantes accedieron al interior, donde destrozaron y se llevaron numerosos productos.
“Esto no tiene nada que ver con quién esté en la Casa Blanca. Esto es un grupo de gente que siente que está al margen del sistema”, recalcó Cohn.
Las protestas comenzaron para reclamar justicia por la muerte del ciudadano afroamericano George Floyd en Minneapolis a manos de la policía hace una semana, y han acabado desencadenado una ola movilizaciones en distintos puntos del país.
Uno de los edificios más afectados por la violencia fue el de la mayor plataforma sindical del país AFL-CIO, en frente de la Casa Blanca.
A primera hora del lunes su presidente, Richard Trumka, coordinaba las labores de reparación a las puertas de la sede y calificó “los ataques como desgraciados y sinsentido”
“Esto solo ayuda a aquellos que han oprimido a los trabajadores de color durante generaciones y distrae de los protestantes pacíficos y apasionados que están adecuadamente poniendo los problemas del racismo en primer plano”, señaló Trumka en un comunicado.
TRUMP PARALIZADO ANTE LA TRIPLE CRISIS
En medio de la tensión en todo el país, con el toque de queda impuesto en al menos cuarenta ciudades y llamando a la Guardia Nacional para contener los disturbios, Trump se mantuvo callado durante todo el domingo desde el interior de la Casa Blanca.
Y en su medio de comunicación favorito, Twitter, estuvo en silencio durante una jornada en la que el país parecía fuera de control.
Este lunes, sin embargo, recuperó la actividad aunque volvió a apuntar a la extrema izquierda como responsable de los altercados y cargó contra la supuesta debilidad de los gobernadores estatales.
“Tienen que dominar (a los manifestantes), si no les dominan, están perdiendo el tiempo. Van a arrollarles, y ustedes van a parecer una panda de idiotas. Tienen que dominarles”, dijo Trump en una llamada con los gobernadores.
El estallido en las calles se produce en un momento especialmente delicado en EEUU ya que se suman tres crisis: la sanitaria, la económica y la social.
Cuando el país trata de salir de la pandemia del coronavirus, que ha dejado ya más de 100.000 fallecidos, y mas de 40 millones de personas han solicitado el subsidio de desempleo por la crisis creada por las restricciones de movilidad y las órdenes de distanciamiento social, los disturbios callejeros han dejado a la vista las grietas existentes en la primera economía mundial.