MINNEAPOLIS, MN
Cuando el neoliberalismo destruyó sus sueños, millones de mexicanos se vieron obligados a emigrar en masa, principalmente hacia Estados Unidos, para buscar mejores condiciones de vida. Paradójicamente, las remesas que envían a México, y que tienen un gran impacto en la economía nacional, han ayudado a que los gobiernos neoliberales parezcan menos incompetentes.
Las remesas han servido como un paliativo para aminorar el enojo de millones de migrantes, que hicieron más por las familias mexicanas que los desgobiernos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña.
Nuestros migrantes también han tenido una participación directa en la vida cultural y social de México, incluso una participación en la vida política del país. Tanto así que el migrante puso su aportación para llevar a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en 2018. Los mexicanos desde fuera de México, principalmente en Estados Unidos, votaron abrumadamente a favor del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
En general, los mexicanos difícilmente asimilan la cultura estadounidense y esa es sólo una razón por la que el conservadurismo en Estados Unidos los critica constantemente. Y es que los migrantes cargan siempre su cultura con mucho orgullo, la promueven y ayudan a hacerla más visible para el mundo.
En efecto, el migrante se mantiene al tanto de lo que pasa en su país. Usan las redes sociales, ven y leen noticias nacionales y mantienen vivas sus tradiciones.
Es indiscutible que el migrante hace su gran aportación a la economía mexicana y, en buena medida, y entre otras muchas aportaciones, le da de comer a los estadounidenses. Fieles siempre a su cultura, porque sin su mexicanidad no serían nada.
Las remesas sólo dejarán de fluir el día que el migrante se olvide de sus raíces, y eso, está claro, jamás sucederá.
