MINNEAPOLIS, MN
En un año atípico, marcado por la pandemia del coronavirus, que obligó a una serie de cambios en la realización de los campeonatos del deporte profesional, el fútbol americano de la NFL no ha sido una excepción y esta vez la semana previa al Super Bowl también registrará modificaciones.
La esperada gran fiesta deportiva en Estados Unidos, con una enorme proyección internacional, ha sido privada de la mayoría de sus actividades previas al gran partido, que han sido las que han dado credibilidad y grandeza a su celebración anual.
La primera gran frustración se ha dado con la llegada de los equipos que van a luchar por el título a la sede del partido, la ciudad de Tampa (Florida), sometida a fuertes medidas de bioseguridad para evitar contagios de Covid-19.
Lo habitual era que los equipos contendientes arribaran a la ciudad sede el lunes anterior al partido, pero este año será diferente.
Los Chiefs de Kansas City, campeones defensores del Super Bowl y de la Conferencia Americana (AFC), no llegarán a Tampa, casa de sus rivales los Buccaneers, hasta el sábado 6 de febrero, solo un día antes del partido decisivo.
Aunque el informe dado a conocer por la NFL este domingo por la noche señala que ningún jugador de los Chiefs ni de los Buccaneers han dado positivo al coronavirus, la liga prefiere minimizar el riesgo de contagio para que el partido por el trofeo Vince Lombardi se dispute sin problemas en el Raymond James Stadium.
La NFL también anunció que la mayoría de los eventos serán virtuales o se cancelarán por completo.
Como ejemplo, dijo que las conferencias de prensa y entrevistas con jugadores y entrenadores, que tradicionalmente se desarrollaban en un salón que acogía a los medios de comunicación, esta vez se realizarán en línea, como la de la noche del lunes.
Sin embargo, aunque Estados Unidos sigue luchando contra la pandemia, algunas de las fiestas del Super Bowl continuarán siendo válidas para un segmento importante de la población.
Una cuarta parte de los estadounidenses indicó en una reciente encuesta deportiva de Seton Hall que tienen intención de reunirse con personas ajenas a sus hogares para ver el Super Bowl LV por televisión.
Sin embargo, el 64 % de los adultos dijo que no asistiría a ninguna fiesta y el 11 por ciento que no estaba seguro.
La encuesta, entre 1.522 adultos, se efectuó del 22 al 25 de enero y tiene un margen de error del 3,2 %.
Aunque parece que la cantidad de pruebas positivas en EE.UU. experimenta una tendencia a la baja y entre la población del país han comenzado a aplicarse vacunas anticovid, los funcionarios de salud pública advierten de que sigue siendo fundamental limitar severamente o evitar por completo las reuniones en espacios interiores con personas de fuera del hogar, usar mascarillas y practicar el distanciamiento social.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estadounidenses recomiendan que las reuniones se lleven a cabo al aire libre y observando las medidas de bioseguridad.
Por ello, la asistencia al Super Bowl LV en el estadio “Raymond James”, de Tampa también se verá afectada.
La NFL completó un plan, tras consultar con las autoridades de salud pública, para permitir la asistencia de alrededor de 22.000 aficionados, con 14.500 compradores de boletos y alrededor de 7.500 trabajadores de la salud vacunados que serán invitados de la liga en el estadio, de 65.000 asientos.
Los aficionados deben sentarse principalmente en grupos de dos a cuatro personas, con algunos grupos de seis.
Cada grupo tendrá tres asientos vacíos a cada lado, sin nadie sentado directamente delante o detrás. El plan es que por cada grupo de aficionados no vacunados un grupo de trabajadores de la salud vacunados se siente en la fila de atrás, escalonados a un lado, en todo el estadio.
“Consideramos que será la mejor manera no solo de agradecer la gran labor y sacrificio que ha hecho el personal sanitario, sino que también nos ayudará a tener un ambiente más seguro dentro del campo”, subrayó la NFL.
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