Mineápolis (MN.)
El cajero que vendió cigarrillos a George Floyd el día de su muerte afirmó este miércoles que “parecía estar colocado”, aunque fue “muy amigable y accesible”, durante su testimonio en el juicio contra el expolicía Derek Chauvin, acusado de asesinar al afroamericano.
“Parecía muy amigable, accesible, era conversador. Estaba teniendo un Día de los Caídos promedio, simplemente viviendo su vida, pero parecía estar colocado”, dijo Christopher Martin, empleado de la tienda Cup Foods y uno de los testigos en el proceso.
Entendemos por la frase como “seem to be high”
Dentro de la sala se reprodujeron imágenes grabadas aquel fatídico 25 de mayo de 2020 en el interior de Cup Foods, en la esquina de la calle 38 y la Avenida de Chicago, en el sur de Mineápolis, donde Floyd fue detenido por la policía.
En ese vídeo, se puede ver cómo Floyd y Martin interactuaron cuando el cliente quiso comprar un paquete de cigarrillos con un billete supuestamente falso.
“Cuando vi el billete, noté que tenía un punto azul, algo así como un billete de 100 dólares. Me pareció extraño. Supuse que era falso”, rememoró Martin.
El empleado pensó inicialmente en aceptar el billete falso y no decir nada, aunque luego recordó que la política de la tienda era que “si aceptaba un billete falso, tendría que pagarlo” de su propio bolsillo.
Así que más tarde decidió contárselo al encargado del comercio y ambos salieron a buscar a Floyd a su coche en dos ocasiones para reclamarle el pago.
De acuerdo a su testimonio y las imágenes del vídeo, Floyd se negó a volver al establecimiento y fue entonces cuando “alguien”, dijo Martin sin especificar, llamó a la policía.
La situación se puso tensa cuando llegaron cuatro agentes de policía, entre ellos Chauvin.
Poco después del episodio en la tienda, Chauvin inmovilizó a Floyd en el suelo, presionando su rodilla contra el cuello de la víctima, que falleció tras quejarse de manera repetida de que no podía respirar.
El expolicía está acusado de los cargos de asesinato en segundo grado, penado con hasta 40 años de cárcel; asesinato en tercer grado, con una condena máxima de 25 años, y homicidio en segundo grado, que acarrea hasta 10 años de privación de libertad.
Sin embargo, como no tiene antecedentes penales, solo podría ser condenado a un máximo de 12,5 años de prisión por los primeros dos cargos y a 4 años de cárcel por el tercero.