MINNEAPOLIS, MN
Quienes acostumbran asistir a los conciertos de la Orquesta de Minnesota, en su propia casa, el Orchestra Hall, suelen disfrutar de los formatos de conciertos, en los que el director se dirige mínimamente al público, tan sólo para dar la señal de que al concierto comienza, o bien que se ha llegado al fin de la interpretación de una sinfonía (con cualquiera sea el número de movimientos interpretados), o un aria, o un movimiento aislado. Sin embargo, los veranos son excepcionales, pues se trata de conciertos un tanto más didácticos, con menor formalidad incluso en la vestimenta de los músicos y de los asistentes. Y este verano fue aún diferente, dada la presencia del Coro Entrevoces de Cuba.
Para comenzar, se escucharon los himnos de Estados Unidos y de Cuba, tal y como la Orquesta de Minnesota los interpretara en el Teatro Nacional durante su gira por la isla en el pasado mes de mayo. Y eso lo supimos a partir de la explicación del violinista Michael Adams, quien relató el viaje, para reforzar su relato con un video que se presentó en la segunda parte del concierto. Para muchos fue un verdadero placer enterarse de lo que la Orquesta de Minnesota vivió, como embajadora cultural en Cuba, luego de haber visitado la isla en 1929 por última ocasión.
Y el programa era nada más que una colección que daba notas de festejo, de gozo por la música, que se comparte en ambos países, y acaso en todos los países del mundo entero, y que sirve como idioma que comunica y que hermana. Así, pudimos escuchar a una orquesta perfectamente ensamblada, bajo la batuta del conductor asistente Roderick Cox, quien transmitió su ímpetu juvenil a la orquesta y al público entero, quien aplaudió con entusiasmo cuando se escuchó en la hermosa sala las interpretaciones de la Obertura Cubana, de George Gwershwin, Danzón, del músico simbólico cubano, Alejandro García Caturla; o La Malagueña de Ernesto Lecuona.
Eso fue durante la primera parte del concierto, en donde gozamos también de las interpretaciones que hicieron los magníficas voces del Coro Entrevoces, incluida Alma Llanera (yo nací en esta ribera/del Arauca vibrador), con tan sólo sus voces, que sin embargo eran la voz de un pueblo entero y de una región, que cuenta con la nitidez incomparable de sopranos, mezosopranos, bajos y tenores, que tocan las fibras más íntimas de forma imperceptible, pero incuestionable. Tres interpretaciones en español, luego tres en inglés, que provocaron el deleite generalizado del auditorio.
Luego del clásico tiempo de intermedio, el programa continuó con Guaguancó, de Guido López-Gavilán, seguido del Danzón No. 2, de Arturo Márquez, el sonorense hijo de mariachi, que con su composición prácticamente obligaba a bailar a quienes gozábamos de las notas que explotaban desde el escenario. Mambo, un segmento de la obra sinfónica West Side Story, de Leonard Bernstein, cerró el concierto, con estruendo, como colofón de una hermosa celebración por Cuba, por los cubanos, pero sobre todo por la posibilidad de intercambiar el amor por la música, más allá de las fronteras.
Y es que el Coro también nos obligó a disfrutar con Chan Chan (De Alto Cedro voy para Macané/ Llego al Puerto voy para Mayarí) que hiciera famoso Buena Vista Social Club, junto con Chile con carne, seguido de El Manicero (del cubano Antonio Machín, quien invita a que Si te quieres por el pico divertir/cómete un cucuruchito de maní), cerrando con la maravillosa y colectiva (con los escuchas aplaudiendo) de Guantanamera (guajira, guantanamera).
Un concierto que se presentó y se sintió como un mensaje de amistad entre pueblos, y que lo hizo a través de una conjugación de ritmos y estilos musicales. Fue la ilustración de lo que ha significado un viaje que inició en mayo de este 2015, y que continúa con esta visita del Coro Entrevoces, y que continuará, sin duda, como argumento de que por encima de asuntos políticos e ideológicos, las expresiones culturales, y con ellas la música, trascienden fronteras y unen espíritus.
El poder interactuar con los miembros del Coro, al finalizar el concierto, fue una condición más que sin duda dará mucho que pensar, en tanto las notas de Mambo se mezclan con las de Danzón, y se escuchan como fondo las letras de Manicero y Guantanamera.