MINNEAPOLIS, MN
Los inmigrantes de pueblos originarios de América Latina enfrentan en Estados Unidos la acuciante necesidad de intérpretes en sus propias lenguas en un país en el que se asume que todos hablan español, con consecuencias a menudo funestas y hasta mortales.
“De una palabra, de un tono, depende la libertad de alguien, la vida o la muerte de alguien”, dice Odilia Romero, directora de Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO).
La organización, que trabaja con las comunidades indígenas de Los Ángeles (California) en favor de la justicia social, realiza desde este viernes la tercera edición de la Conferencia Anual de Intérpretes Indígenas para abordar la problemática.
“Hay muchas conferencias para las lenguas dominantes donde te capacitas para ser un mejor intérprete. Pero nosotros tenemos que crear nuestros propios espacios porque en estas lenguas dominantes, como el español, la comunidad indígena no está contemplada”, se lamenta Romero.
La activista de 50 años, intérprete de español, inglés y zapoteco (una lengua del sur de México) para las comunidades indígenas en California, señala que al ser identificados como latinos “se asume que todos hablamos español, y eso tiene consecuencias mortales”.
Cita el caso de una inmigrante indígena guatemalteca que habla principalmente acateco -un idioma de la familia lingüística mayense- que perdió la custodia de sus hijos de 2 y 4 años, que fueron enviados a un hogar de acogida.
En octubre pasado el hijo mayor fue llevado de urgencia a un hospital desde la casa de su madre de acogida, quien fue acusada de abuso infantil y asalto causante de un estado de coma. El menor permanece en el sistema de cuidados provisionales.
La madre biológica desconoce por qué los menores fueron retirados de su custodia, tampoco sabe quién cuida actualmente a su hijo menor y además ha recibido poca información del estado de salud del mayor.
Romero también recuerda el caso de un hombre de 98 años que fue hospitalizado para una cirugía de cadera. Cuando ella llamó al hospital para informar que el paciente hablaba zapoteco, desestimaron su preocupación diciendo que hablaba español porque estaba rezando en ese idioma.
“Yo les dije ‘Lleva 98 años rezando en español, pero eso no quiere decir que entienda los procedimientos que iba a tener’. Se rehusaron a darle un intérprete y él no siguió las indicaciones después de la operación. Al final intervinieron pero ya no pudieron salvarle la pierna y se la amputaron”, refirió.
“Y así muchos casos en todo el país en los que se asume que hablamos español y que así podemos darnos a entender. Sí podemos decir ‘Tengo hambre, necesito trabajo’; cosas básicas. Pero entender que tienes un tumor en la cabeza o cuál es el debido proceso, incluso alguien que habla bien español o inglés no lo comprende”, abundó.
NECESIDAD APREMIANTE
La mexicana, que llegó a Estados Unidos a los 10 años de edad hablando sólo zapoteco, expuso que la gran mayoría de los inmigrantes y personas desplazadas pertenecientes a pueblos autóctonos carecen de educación formal y entrenamiento necesario para ser intérpretes.
En contraste con los intérpretes en español, que suelen estudiar la carrera y se especializan en temas legales, laborales, médicos, migratorios y otros, para los indígenas la interpretación nace de una necesidad apremiante de las propias comunidades y se realiza muchas veces sin la capacitación adecuada.
“Tratamos de profesionalizar a los intérpretes indígenas, porque es algo muy delicado”, enfatizó Romero.
Sin embargo, las agencias gubernamentales buscan intérpretes sin capacitación para explotarlos, “afectando al intérprete y arriesgando a las comunidades”, sostuvo.
Subrayó también que “hay mucha gente que dice, por ejemplo, que habla todos los mixtecos (variantes de la lengua mixteca, también del sur de México) porque es lucrativo”
“Hay mucho interés en ser intérprete indígena, y la comunidad los necesita, pero se tienen que capacitar. Y cuando no hablas una variante hay que decirlo honestamente y pensar que la vida de alguien depende de uno”, manifestó.
Por ello, su organización organiza la Conferencia Anual de Intérpretes Indígenas (la de este año es la tercera y se realiza después de una pausa de dos años por la pandemia de covid-19).
UNA CONFERENCIA SINGULAR
Para la reunión están registradas unas 240 personas de EE.UU., México y Guatemala, que participarán tanto presencialmente como de forma virtual, lo que convierte a la convención en el mayor y más diverso encuentro de lenguas indígenas del hemisferio occidental, explicó a Efe Luis López Reséndiz, director del Centro para las Lenguas Indígenas de CIELO.
Señaló que habrá representación de idiomas mayas de Guatemala, incluyendo el quiché, el kanjobal, el pocomchí, el mam y el chuj.
“Hay compañeros que vienen de Nueva York que hablan quechua, que no es de Mesoamérica sino de países como Ecuador y Perú. También tenemos participantes del idioma garífuna de Honduras”, apuntó.
De México vienen hablantes de mixteco, zapoteco, náhuatl, otomí, purépecha, mixe, tzotzil, chinanteco y triqui, entre otros idiomas.
“Este congreso es único en su clase. Tratamos de ser la organización que está al frente en la lucha por los derechos lingüísticos y hemos incluido a intérpretes de diferentes países. Estamos uniendo fuerzas con todos ellos para hacer crecer el movimiento”, acotó López.
Romero subrayó que “la lengua es fundamental para nuestros derechos humanos” y recordó que entre los inmigrantes que envían remesas a sus países de origen están los indígenas.
“Que no se olvide el mundo de que la economía de muchos países se alimenta de venas multilingües”, puntualizó.