Son muchas las ocasiones en las que debatimos qué hacer los fines de semana por la noche. Muchas son las noches en las que la cartelera cinematográfica no ofrece muchas opciones, y nuestros artistas favoritos no se encuentran en la ciudad, o los esperamos para más tarde.
Sin embargo, Minnesota ofrece espectáculos de altísima calidad, mundial si uno pregunta, que están ahí, al alcance de todos. Ese es el caso de la Orquesta de Cámara de St. Paul, que ha sido múltiples ocasiones colocada entre las mejores orquestas de cámara en Estados Unidos y el mundo entero.
Y la orquesta cuenta con una virtud que pocas en el país pueden presumir: la temporada musical de la misma se lleva a lo largo de otras locaciones, no tan solo la sala de conciertos del Ordway.
Como muestra, el pasado sábado, 28 de noviembre, la orquesta de St. Paul ofreció un concierto verdaderamente excepcional. Y no fue tan solo que la acústica de la Sala de Conciertos del Ordway ofrece de por sí la garantía de gozo, sino las interpretaciones ofrecidas fueron de una calidad que logró transportar a la audiencia a una entrega total para el pianista solista (Jonathan Biss), y la orquesta en conjunto.
El programa comenzó con una obra magnífica, poco conocida en el contexto de la música clásica, pero fácilmente reconocible una vez que comienza. Se trata del Quinteto para piano y alientos en MI (o E-Flat) de Wolfgang Amadeus Mozart. Los clarinetes, el corno inglés y el oboe interactuaban intensamente con un piano intenso, vivo, en esta obra en tres movimientos. Con una semejanza absoluta a una sonata típica, Mozart nos lleva por diversos estados de ánimo, dejándonos llenos de gozo al finalizar el tercer movimiento, Allegretto, con la completa fusión de los alientos y el piano con la gracilidad del joven Mozart. Una pieza que el mismo compositor considera “lo que mejor he escrito en toda mi vida.”
La primera parte del concierto fue seguida por la interpretación del Concierto para Piano, escrita por encargo por Timo Andres, compositor nacido en California, que actualmente reside en Brooklyn, Nueva York, y que nos obsequió con una extraordinaria obra, presentada en estreno mundial, que ensambla sin mayores problemas a la orquesta completa. Los celos parecen cobrar vida propia al dialogar con el piano, interpretado igualmente por Jonathan Biss, y conducida por el siempre firme y brillante Mischa Santora, quien carga con fama internacional y un prestigio incuestionable al verle al frente del conjunto de músicos.
Una obra que parece presentarse en un solo movimiento, pero que sin embargo, como lo explica Andres, transita en tres movimientos sin interrupción, pero con claras transiciones. Las percusiones juegan un papel importantísimo, y sin duda el compositor permite el lucimiento de cada uno de los segmentos de la orquesta.
El plato fuerte llegó luego del intermedio, con el siempre impresionante concierto para piano número 2 en SI (B Flat) de Ludwig van Bethoven. Un concierto en el que Biss luce impecable y poderoso, como corresponde a un pianista de la categoría que le precede, siendo él uno de los más importantes concertistas en el mundo entero. Biss, de 35 años de edad, nos induce a un estado de éxtasis ilimitado con cada nota, sobre todo ante el marco excepcional de la orquesta que le acompaña. En donde los violines y las violas complementan maravillosamente el devenir de los acordes y que llenan cada espacio de la sala de conciertos.
Inolvidable y enteramente disfrutable concierto, que nos da cuenta de una maravillosa opción artística a la que podemos acercarnos esta temporada. Así, sin más que el deseo de disfrutar, acércate a los conciertos de la Orquesta de Cámara de St. Paul, y sumérgete en una nueva experiencia que cuenta con una larguísima historia.