SAINT PAUL, MN
Anoche, fue a noche en la que el presidente de los Estados Unidos ofreció su último discurso a la nación, fuimos testigos de la presencia de un Barack Obama más semejante al orador que ganó la presidencia en el 2008, a aquel que ha tenido momentos de duda, de enojo y de disputa a lo largo de estos últimos ocho años.
Con un tono pausado, elegante, acaso conciliador, pero siempre directo, Obama se dirigió a la nación estadounidense, en un estilo que tuvo mayores semejanzas al candidato, por cuanto su contenido fue claramente electoral. En su presentación, sin decirlo, atacó directamente a los candidatos republicanos, y en particular a D. Trump y a Ted Cruz, señalando críticas que carecen de sustento, y que tienden a dividir a la población, antes de resolver los problemas que se tienen que resolver.
Por ello, Obama subrayó que el proceso electoral no debe sucumbir ante el miedo y la división para poner el progreso económico y en la seguridad nacional en riesgo.
“Todo lo que se ha dicho sobre el declive económico de América es tan sólo aire caliente en materia política,” dijo Obama. “Así mismo lo es toda la retórica que ustedes escuchan sobre nuestros enemigos siendo más fuertes y América siendo más débil. Los Estados Unidos de América es la nación más poderosa sobre la tierra. Nadie está incluso cerca.”
Acaso la intención del presidente en su último año de gobierno fue la de dar forma a su legado político y dejar su huella en la carrera por sucederle en el cargo. Por ello defendió su posición, sus acciones a lo largo de estos últimos siete años, y llamó a los electores a elegir a un candidato que pueda continuar con lo que él ha iniciado, al tiempo que reconoció que existe un sector de la población que se siente excluida en el contexto de un cambio económico, o en riesgo de enfrentar crecientes acciones terroristas.
Al tiempo en que las cámaras tomaban a los presentes, hubo un par de momentos en los que la mayoría de ellos ovacionó al presidente. Y, desde la perspectiva de un televidente en Minnesota, llamó la atención ver a Al Franken un par de ocasiones en primer plano, y aún más observar a Keith Ellison representante en Washington por Minnesota, aparecer en la pantalla. Pero esto no fue un discurso sobre Minnesota, y en cambio una presentación de esa oratoria que caracterizó a un candidato que atrajo apoyo de millones de personas, y que mostraba buscar cerrar tan fuerte como habría comenzado.
Al principio de su discurso, Obama destacó asuntos que no habrían sido aún resueltos. Se trata de acceso a empleo para todos, una reforma de inmigración comprensiva, la detención de la violencia armada, el salario mínimo justo. Son, dijo el presidente, cosas que aún preocupan a la nación, y que deben ser resueltas.
Así, Obama contextualizó su discurso como un compromiso de largo plazo. “No hablaré del próximo año, sino de los próximos cinco, diez años. Quiero hablar del futuro.” Un claro reto a quien le sucederá, y un mensaje claro al electorado para que sea responsable de seleccionar a quien dé continuidad a un proyecto que, insistió el presidente, ha sido exitoso.
Y en ese contexto de mirar al futuro, la educación cobró un nivel relevante, por cuanto demandó que el acceso a la educación debe ser universal. Que aún es demasiado costoso atender a las universidades y sugirió que el sistema pre-escolar debe ser gratuito y accesible para todas las familias de este país. También mencionó el acceso a la salud como una prioridad aún en mente, e indicó que el llamado programa “Obamacare” o el Acta de Acceso al Cuidado a la Salud (ACA) ha sido uno de los más grandes logros de su administración.
Destacó en su presentación que señalara a Joe Biden como director de la lucha en contra del cáncer, anunciando que los Institutos Nacionales de Salud (NHI), contarán con mayores recursos como nunca en la historia, para emprender esa y otras tareas urgentes, en investigación e implementación de programas en favor de la salud de los ciudadanos de este país.
Un discurso, vale insistir, elegante, directo y claro. Acaso uno de los mejores discursos que ha ofrecido el político Obama, reconociendo sus limitaciones, aplaudiendo los logros de su equipo de trabajo y colaboradores, y alertando a la nación sobre políticas y discursos divisivos. Y, sin embargo, como espectador, habría sido importante escuchar una posición más clara respecto a la inmigración. Y ahí apareció la gobernadora Nikky Haley, quien sin decirlo criticó la posición de Trump al vetar inmigrantes y acusando a musulmanes de ser un riesgo a la nación. Siendo ella misma inmigrante, sus críticas, más que dirigirse a Obama, parecieran ser un posicionamiento republicano en contra del precandidato incendiario.
Con todo, anoche disfrutamos de uno de los mejores momentos en la oratoria de Obama, acaso recordándonos que la política en los Estados Unidos no depende de una persona, sino de corrientes y opiniones que pueden limitar el grado de acción que se puede tener desde la Casa Blanca. Un mensaje claro a quien ocupe el recinto a partir de finales de este año. Y en el que Hillary Clinton se presenta oportunistamente con un mensaje comercial posicionándose en la línea del presidente en torno al control de armas, y con Bernie Sanders coincidiendo en muchos puntos del discurso presidencial, para sorpresa de muchos.
Un año caliente, no sólo por el calentamiento global que aludió Obama, sino por el ambiente político que estaremos viviendo.