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EL CORAZÓN DE BIDEN LATE EN WILMINGTON, LA CIUDAD DONDE CRECIÓ Y DESDE DONDE MIRA A 2024

El corazón de Biden late en Wilmington, la ciudad donde creció y desde donde mira a 2024

MINNEAPOLIS, MN.-

Wilmington es mucho más que la ciudad donde creció Joe Biden. Es parte del corazón del presidente de Estados Unidos, donde se forjó como defensor de la clase trabajadora, crió a sus hijos y ahora ha erigido su cuartel general para la campaña electoral de 2024.

Biden es el héroe local por excelencia en esta ciudad de 70,000 habitantes, la más grande del estado de Delaware y donde muchos restaurantes exhiben con orgullo fotografías del mandatario.

En una tienda de bocadillos en el barrio de Claymont, fundada en 1966 y a la vuelta de la esquina de donde Biden iba al instituto, hay unas fotos colgadas en la pared en las que aparece sonriente junto a los cocineros y la dueña, Demi Kollias.
“Muy agradable, le encantaba conversar con los cocineros, camareros y clientes”, cuenta Kollias a EFE.

Su bocadillo favorito, dice, es la especialidad de la casa: el “cheesesteak”, un sándwich que nació en la cercana ciudad de Filadelfia y que contiene tiras de carne y queso derretido.

Cuando Biden se cansaba de ese manjar solía ir al “Charcoal Pit”, famoso por sus hamburguesas y enormes batidos de helado, tan densos que se pueden comer con cuchara.

Biden comenzó a frecuentar “the Pit”, como lo llaman los lugareños, cuando era adolescente y el establecimiento aún estaba segregado racialmente. Llevó allí a sus nietos los fines de semana cuando era senador por Delaware y como vicepresidente, en 2014, invitó a su jefe, Barack Obama.

Nostalgia en cada rincón

La realidad es que cada rincón de Wilmington forma parte de la vida de Biden, desde el Hotel DuPont, donde lanzó su primera campaña al Senado en 1972, hasta la estación de ferrocarril que ahora lleva su nombre y que frecuentaba cada día para ir a Washington y volver por la noche para estar con sus hijos.

Sin embargo, de todos los lugares, uno de los más significativos es indiscutiblemente “Angelo’s Luncheonette”.

Este pequeño establecimiento abrió sus puertas en 1967 en el barrio obrero de lo que entonces se conocía como Forty Acres. En su interior, el mito de Elvis Presley cobra vida en fotos y figuras de acción que se mezclan en las estanterías con botes de mostaza, mermelada y ketchup.

Hay dos pósteres de la primera vez que Biden compitió en las primarias demócratas para la Presidencia en 1987, así como una carta de agradecimiento que envió en 2012 al dueño del local, August Muzzi.
“Una cosa le puedo decir. No me importa si usted es republicano o demócrata, pero los Biden siempre fueron muy buenos con nosotros, muy agradables, muy cordiales”, dice a EFE Muzzi, de 74 años y todo nervio mientras recoge antes de echar el cierre.

A este restaurante solían ir a desayunar los sábados por la mañana los dos hijos del presidente, Beau y Hunter, y casi siempre se sentaban en la misma mesa, la tercera desde la puerta.

Cuando terminaban el desayuno, Biden solía ir a recogerlos. Sin embargo, tan pronto como el senador por Delaware entraba por la puerta, el resto de clientes lo abrumaban con preguntas sobre leyes que se estaban debatiendo en el Congreso y otros asuntos que creían que necesitaban una solución inmediata.

Un refugio
Al darse cuenta de la situación, Muzzi empezó a permitir que los Biden se quedaran dentro de su establecimiento después de cerrar los sábados al mediodía. De esa forma, el restaurante se convertía en un refugio para la familia y, mientras él limpiaba los fogones, ellos podían disfrutar de tiempo juntos.
“No había nadie más aquí, solo yo. Y ellos podían hablar de sus asuntos familiares, lo cual me parecía algo agradable y sentía que era algo que realmente necesitaban”, relata.

Hace años que Biden no visita “Angelo’s Luncheonette”, al menos desde 2008, cuando asumió la Vicepresidencia, pero Muzzi sí acudió a verlo en una ocasión.

Cuando Beau falleció en 2015 debido a un tumor cerebral, Muzzi hizo cola durante cinco horas solo para estrecharle la mano y trasladarle sus condolencias.

El entierro se produjo entre vecinos y personalidades políticas en Wilmington y su tumba se encuentra en el cementerio de la iglesia católica de San José de Brandywine.

“Esperanza”
La lápida rinde homenaje a Beau como “padre, esposo, hermano e hijo”. A los pies, hay unas flores de plástico y una foto descolorida por el sol que muestra a padre e hijo, mientras que la parte superior de la tumba está llena de piedras, entre ellas una morada con la palabra “Esperanza”.

A pocos metros, otra tumba recuerda a los padres de Biden, y junto a ellos descansan su primera esposa, Neilia Hunter, y su hija Naomi, fallecidas en un accidente de tráfico en la Navidad de 1972.

Según cuenta el propio Biden en su libro “Promise Me, Dad”, la pérdida de Beau fue devastadora e influyó en su decisión de no presentarse a las elecciones de 2016, ya que la pena era demasiado grande y necesitaba tiempo para recuperarse.

Sin embargo, tuvo la fuerza para presentarse en 2020 y ahora opta a la reelección.

En 2020 la sede de la campaña fue Filadelfia, pero esta vez la elegida ha sido Wilmington, una ciudad que evoca tantos momentos dulces como amargos y donde Biden se siente verdaderamente en casa.


 


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