MINNEAPOLIS, MN.-
Las inmigrantes mexicanas Emma Sánchez y Karime Durán no se conocen, pero ambas comparten el dolor de haber estado separadas por años de sus familias por ser indocumentadas y la valentía que se necesita para regresar a Estados Unidos, de dónde nunca debieron salir.
Las historias de ambas ocuparon titulares cuando las peticiones de residencia permanente por estar casadas con ciudadanos estadounidenses fueron negadas en el consulado de EE.UU. en Ciudad Juárez (México), dejándolas atrapadas en su país natal con un castigo de 10 años para poder regresar con sus hijos.
Sánchez recibió la devastadora noticia en 2006 cuando sus tres hijos, que entonces tenían 5 y 3 años, y el menor solo unos meses, se quedaron bajo el cuidado de su padre, el infante de Marina Michael Paulsen, en California.
La mexicana ha llevado muy bien la cuenta desde que comenzó toda su lucha. “Aquí estamos, después de diecisiete años, nueve meses y 16 días”, dijo a EFE Sánchez este viernes cuando juró como ciudadana estadounidense en California.
“Hoy lo logro, así que sí se puede”, dijo con orgullo.
Acompañada de dos de sus hijos y su esposo, la inmigrante logró culminar un camino que la trajo a Estados Unidos en el año 2000, en busca de una mejor vida.
Manifiesta que “no fue fácil”. Ella tuvo que pagar el castigo de 10 años fuera del país, tiempo en el que sus hijos tuvieron que vivir la mayoría del tiempo alejados de ella.
Aunque Paulsen intentó vivir en México, las pocas oportunidades de trabajo para él y de educación para los niños obligó a los cuatro a establecerse en California, mientras Sánchez vivió en Tijuana México).
Por más de diez años se vieron sólo los fines de semana y las fechas especiales. “Fue un suplicio”. Ella tuvo que esperar doce años y medio, para finalmente, volver a pasar una Navidad con su familia en Estados Unidos.
“Que luchen por conseguir su sueños”, aconseja Sánchez a otras madres deportadas que dejaron hijos en Estados Unidos.
Un mensaje similar “de no rendirse” tiene para las madres indocumentadas, Karumi Durán, que fue traída a EE.UU. a los 6 años de edad y fue criada y educada en Texas, donde se graduó de la universidad y trabajó como maestra.
Durán fue beneficiaria del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) desde 2013 y solicitó su residencia legal a través de su esposo, el ciudadano estadounidense Roberto Reyes.
Sin embargo, su petición fue denegada en marzo de 2021 en el Consulado de EE.UU. en Ciudad Juárez porque siendo niña ingresó al país con sus padres de manera irregular.
Además las autoridades le prohibieron regresar al país durante diez años, lo que la sumió en “una pesadilla”, según dijo a EFE, porque la alejaba de su hija, en ese entonces de 7 meses, sus padres, su esposo y el país que consideraba como suyo.
Después de meses de presión a la que se unieron congresistas demócratas como Silvia García, la joven pudo regresar al país y el pasado 20 de marzo recibió su residencia permanente.
En un mensaje por Facebook y en medio de lágrimas, Durán agradeció el respaldo de quienes la apoyaron. “Sin su apoyo no hubiera podido regresar a ver a mi hija”, dijo con la voz quebrada.
“Les quiero decir que no se rindan, que sigan luchando por sus sueños”, insistió la joven en un mensaje dirigido especialmente a las amparadas por DACA, un amparo migratorio que enfrenta una batalla legal por una demanda presentada por varios estados republicanos que alega que es inconstitucional.
“No se den por vencidas, trabajen porque es la única manera que les podemos enseñar a todo el mundo que sí somos buenos”, consideró Durán.
Por su parte Sánchez recomienda “siempre” apoyarse con abogados, “porque estos casos son delicados”.
“Sí se puede, luchen, mantengan su mente siempre ocupada; estudien inglés”, añadió Sánchez, que planea escribir un libro autobiográfico y dedicarse al activismo.
“Me interesan mucho los jóvenes, no quiero que haya niños que crezcan como mis hijos, niños con mamás separadas; quiero familias unidas, quiero que paren la separación de familias”, puntualizó la nueva ciudadana estadounidense, que se prepara para votar en las elecciones de noviembre próximo.