SAINT PAUL, MN
No, no puedo aun dejar de pensar en que acaso estoy viviendo una pesadilla. Y es que no concebía que los electores en Estados Unidos permitieran que Donald Trump llegara a la presidencia. Pensaba, acaso como muchos, que los jóvenes milenios que se habían desencantado con la nominación de Hillary Clinton por el partido demócrata, cuando ellos habrían apoyado fervientemente a Bernie Sanders, no permitirían que Trump ganara la presidencia. Pensaba también que, como lo repetían una y otra vez en los medios, los votantes latinos se expresarían por vez primera como una voz unida en contra de quien les insultara reiteradamente. Creía que las mujeres, todas, rechazarían la posición misógina del candidato. En fin, creí que el pueblo estadounidense sería suficientemente inteligente para impedir este resultado que hoy tiene al mundo entero con los nervios de punta.
Aquí vale hacer una breve pausa, pues debemos reconocer que Hillary Clinton habría resultado ganadora del voto popular, y que Trump llegará a la presidencia gracias a un sistema decimonónico, en el que el voto popular es filtrado al dar voz a los electores (delegados partidistas), quienes son los que eligen en última instancia al presidente. Un modelo democrático que, creado para evitar el ascenso de personas incapacitadas para gobernar, y el eventual retorno a un régimen monárquico autoritario, hoy carece de validez al desconocer, por segunda ocasión en 16 años, la voz de un pueblo.
El caso es que los milenios no acudieron a votar en un número significativo. Y algunos incluso, creyendo castigar al partido demócrata, lo hicieron votando por Trump (los menos, espero). Entre los latinos, 1 de cada 3 apoyaron al candidato republicano; el mayor porcentaje registrado en Florida, muy probablemente, en espera de un análisis más refinado de los datos, siendo inmigrantes cubanos que continúan con resentimiento en contra del régimen castrista y repudiaron con su voto las acciones emprendidas por el aún presidente Barack Obama por restablecer las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Y entre las mujeres el 42 por ciento decidió que los insultos, los ataques, y la falta de respeto a la mujer por parte del entonces candidato, eran mucho menos importantes que los correos electrónicos de otra mujer a la hora de tomar la decisión.
Sin duda queda por delante un mayor y más cuidadoso análisis de la información. Pero lo que hoy es preocupante es el hecho de que quienes apoyaron conscientemente a Donald Trump comienzan a ejercer un poder legitimado por un sistema electoral disfuncional. A ellos son a quienes grupos de inmigrantes, refugiados, miembros de comunidades LGBTI, mujeres y quienes no piensen como ellos, temen. Apenas el día siguiente, al darse a conocer los resultados de los conteos de votos, se registraron infinidad de casos en los que se da cuenta de acciones xenófobas, sexistas algunas, por parte de personas de raza blanca que hoy se sienten validados por el ascenso de Trump al poder. Y es que su campaña fue incendiaria, promotora de violencia y retadora del sistema.
Hoy, pese al discurso en el que reconoció su triunfo electoral, Trump indicó que trabajará para todos los ciudadanos de este país, y que buscará la unión entre ellos, independientemente de sus simpatías políticas. No se ve cómo logrará controlar a sus seguidores más radicales, especialmente cuando no ha sido capaz, hasta hoy, de reconocer haber promovido violencia, y tampoco ha pedido perdón a quienes ofendió, insultó o atacó.
Espacio de temor
Hoy los Estados Unidos se ha convertido en un espacio donde el temor se percibe entre la gente, cuando uno camina por las calles. Hoy, el mundo entero mira con sorpresa estos resultados, tal y como miramos lo ocurrido en la Gran Bretaña con el Brexit o con el NO a los acuerdos de paz en Colombia. Esto es, la consolidación de grupos de poder extremistas que promueven sentimientos nacionalistas para contrarrestar cambios sociales. Todo ello, hoy, coloca al mundo entero en el vértice del temor colectivo, ante la incertidumbre sobre lo que será la presidencia de Trump.
Hoy, vivir en los Estados Unidos, siendo Latino, puede traducirse en una completa vulnerabilidad ante grupos que acaso vean este nuevo período como la validación para expresar sus ideas mediante acciones violentas y lastimosas, como ya ha ocurrido. Una estudiante de la UMN ha sido agredida, y al defenderse, esposada, pese a ser ciudadana estadounidense, y a que intentó evitar la confrontación luego de que un individuo blanco le ordenó volver a su país. O bien como dan testimonio las fotos y notas que circulan en medios sociales, en los que la suástica en una pinta anuncia que EUA volverá a ser de blancos.
Esta es una situación que espero ayude a reflexionar profundamente sobre lo que se ha hecho y dejado de hacer entre organizaciones liberales y demócratas, incluso lideradas por gente diversa (racial, étnica, y sexualmente), que no han sido capaces de identificar la fortaleza de trabajar conjuntamente. Esto es un llamado de atención para que dentro de dichas organizaciones se deje de pensar en mantener nuestro modo de trabajo al estar dentro de un nicho de confort, y asumir que debemos enfrentar y aceptar retos difíciles: entender a quienes votaron por Trump, a quienes no votaron, y a quienes pensaron que lo hacían para castigar al otro partido, y traducir sus ideas en acciones para cambiar la situación.
Hoy, los Estados Unidos es un país con una población polarizada en la que se anticipa, equivocadamente espero, que emergerán esas fuerzas vivas (que siempre han estado ahí, acaso esperando pacientemente por esto), y que representan lo más obscuro de una nación que se presume a sí misma como el máximo líder mundial. Hoy, debemos trabajar más fuerte y coordinadamente, para evitar consecuencias que no deseamos. Hoy, debemos ser capaces de evitar caer en la toma de acciones violentas como respuesta a la violencia que prevemos emergerá, y más bien debemos ser creativos y generar acciones efectivas que eviten confrontaciones.
Hoy, en fin, debemos ser capaces de recordar los episodios más horribles en la historia de la humanidad, pues con cualquier descuido, estos podrán repetirse, y eso sería sumamente doloroso.
