SAINT PAUL, MN
El pasado sábado, 4 de marzo, tuvimos la oportunidad de presenciar un espectáculo dancístico que pude ser considerado como único. El Ordway Center se presentó como un espacio magnífico para la presentación del espectáculo Oyate Okodakiciyapi: Native Contemporary Dance (Oyate: danza nativa contemporánea).
Oyate es un grupo dancístico que conjuga una amplia diversidad, y que la conjuga de forma efectiva para presentar un agasajo visual a los espectadores. Un ejercicio efectivo que otorga plena justeza al nombre entero de esta conjugación de compañías de danza: Oyate Okodakiciyapi, originalmente en Lengua Dakota, se traduce como “pueblos que se unen.”
El programa, con tres segmentos, nos lleva a un viaje inexcusable desde Minnesota a Hawái, y Nuevo México, pasando por todas las tierras que alguna vez en la historia pertenecieron a grupos y culturas que se desarrollaron a partir del respeto a la naturaleza y el balance entre la vida misma y la de los demás seres vivos.
La primera parte, Pohaku, nos conduce por la vida en las islas de Hawái, presentando una narración de integración, de asimilación y de creación. Así, esta primera pieza de danza, se conjuga con la bendición que ofrece Sharon Day, y que incita a la espiritualidad a partir de la impresionante flexibilidad de Christopher Morgan. En ciertos momentos, el bailarín es uno, en tanto que puede ser también muchos.
Una conjunción de culturas, que como el mismo explicará posteriormente, es una mezcla de sangres infinita, que nace donde se quiera que nazca, y se manifiesta en una hermosa diversidad.
NeoIndigenA, interpretada por Santee Smith, muestra la interacción, acaso espiritual, entre seres vivos y la naturaleza misma. Una cazadora rinde pleitesía a sus presas, representadas por astas de diversos animales, que ella carga, que pasea a lo largo del escenario entero, y que es igualmente una carga, como un orgullo. Una representación también de la capacidad femenina en el plano de la supervivencia y la armonía con la naturaleza. Como espectador, es fácil reconocer las similitudes y semejanzas entre esta y otras piezas dancísticas más tradicionales en muchos otros espacios. La danza del venado viene a la mente, con la presa tomando el papel principal, ante el acoso del/los cazadores, aun cuando no estén ahí. Una manifestación, NeoIndigenA, que nos lleva al pasado, a través de un presente que lo conjuga, lo interpreta y lo traduce maravillosamente.
El tercer y último segmento, el más extenso, pero que también pareciera ser insuficientemente corto, es …Seeds: Regeneration. El grupo dancístico Dancing Earth desarrolla un vertiginoso ejercicio visual en el que se reflexiona sobre el origen mismo, el de la vida y el de todas las cosas. Con ello se ofrece la invitación a pensarnos como semillas, que continuamente nos transformamos en algo, para luego esparcir nuevas semillas. “Nos quisieron enterrar, pero olvidaron que éramos semillas…” A lo largo de esta obra, se escuchan poderosas frases, en inglés, en Dakota y en español, subrayando la universalización de lo indígena.
Pero también suenan de pronto melodías que hablan de la contemporaneidad de las mismas culturas, que se transforman para prevalecer. Bob Marley suena momentáneamente para dar paso al Hip-Hop y el rap.
La compañía, que convivió al final del espectáculo con su público, está compuesta por gentes nativas de Nuevo México, de Nueva York, de Alaska, de Hawái, de Canadá y de Nueva Zelanda. Esta misma nos ofrece un poderoso mensaje, que cobra mayor fuerza ante los acontecimientos recientes que se enmarcan en un nuevo régimen de gobierno en los Estados Unidos: la diversidad es raíz y origen, semilla, de expresiones magníficas, bellas y estéticas, que no deben ser negadas, y más bien reconocidas y retomadas para volver al equilibrio con la naturaleza.