MINNEAPOLIS, MN
En un nuevo episodio de la saga de la presidencia de los Estados Unidos, el presidente Donald Trump se encuentra hoy en el centro de un nuevo huracán. Dentro de una nota difundida ampliamente, se da cuenta de que el propio presidente habría brindado información altamente clasificada al ministro del exterior y al embajador rusos, apenas la semana pasada. Dicha información podría incluso incluir datos sobre la forma en que habría sido obtenida por parte del gobierno estadounidense, de acuerdo con oficiales en activo y aquellos que no lo están, pero que habrían estado cerca del proceso.
Las personas involucradas, Sergey V. Lavrov, ministro del exterior, y Sergey I. Kislyak, embajador ruso en los Estados Unidos, recibieron información por parte de Trump, con relación a los planes del Estado Islámico, según enfatizan las fuentes oficiales. Esta información habría sido otorgada al gobierno del país por parte de un aliado del Este Medio, que busca mantener sus propios secretos. La información ha sido considerada de tal naturaleza que es altamente importante para el país de las barras y las estrellas, de tal suerte que quienes la recibieron nunca la distribuyeron entre todas las ramas de gobierno dentro de los Estados Unidos, ni mucho menos la otorgaron a ningún otro país aliado.
Quienes laboran dentro de la casa blanca, y tienen relación con los medios de comunicación, negaron la veracidad de la información inicialmente publicada por el diario TheWashington Posrt, afirmando más bien que se discutió con los representantes rusos asuntos de terrorismo.
Si bien la acción realizada por el presidente no puede ser clasificada como ilegal, rompe con la confidencialidad demandada por el país aliado que ha otorgado dicha información, habida cuenta de que el mismo no habría autorizado al gobierno estadounidense a compartir tan delicada información.
Con ello, la relación de apoyo por parte de dicho país, en la potencial lucha contra grupos extremistas en el Medio Este, quedaría cuestionada, y acaso ello llevaría a limitar las capacidades con que se cuentan para luchar contra el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés)
Una vez que las reuniones sostenidas entre Trump y los oficiales rusos, oficiales de alto rango dentro de la Casa Blanca, buscaron contener el daño que la acción del presidente habría provocado, dentro de sus cálculos, haciendo llamadas a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA). La intención era que ambas agencias pudiesen ayudar a controlar el efecto negativo que se pudiese acarrear.
Algunos funcionarios indicaron, según el diario The Washington Post, que la información referida se encuentra en código de palabras, como corresponde a información altamente clasificada, y que Trump habría revelado más información al mismo embajador ruso que la que se habría facilitado a cualquiera otro de los aliados del país.
Las reacciones no se han hecho esperar, en tanto que esto acontece en el marco del escándalo que se derivó del despido del director del FBI, y la investigación en curso en torno a los vínculos entre Trump, su equipo de colaboradores y diversos funcionarios y personas influyentes rusas.
Para sus críticos, esta es una nueva evidencia de la incapacidad que ha caracterizado al hombre de negocios, para dirigir al país. Y por ello, dicen, un elemento más para documentar una acusación formal a fin de pedir su renuncia al cargo.
