EDEN PRAIRIE, MN
A principios de este mes se llevó a cabo la reunión del Grupo de los 20 en Alemania, en donde el presidente Trump sostuvo una reunión informal con el presidente ruso Vladimir Putin, reunión que fue de todos conocida.
Sin embargo, hubo una segunda reunión que no ser reportó y la cual tuvo lugar durante una cena con los lideres del Grupo de los 20, el pasado 7 de julio. A mitad de la comida, Trump se cambió de silla y se sentó enseguida de Putin. Trump estaba solo en ese momento y Putin estuvo acompañado solo por su interprete oficial.
La existencia de esa charla fue dada a conocer por el presidente de la consultora internacional Eurasia Group Ian Bremmer, quien fue informado del encuentro por dos personas que estuvieron presentes en la cena. Fue después de esto que a la Casa Blanca no le quedó de otra más que confirmarla, pero minimizando su trascendencia.
Lo que se dijeron durante esa conversación, que duró cerca de una hora, quedó entre ellos. La Casa Blanca no ha dado a conocer el contenido de la conversación y el presidente, se ha dedicado a desacreditar la información calificándola como “deshonesta y enferma”.
El mismo presidente ha publicado en Twitter para denunciar como “enferma” la historia sobre la segunda conversación: “Hasta una cena preparada para los 20 líderes mundiales en Alemania la hacen aparecer como siniestra.”
“Noticias falsas la historia sobre la cena secreta con Putin es ‘enferma.’ Todos los líderes del G-20 y su esposas fueron invitados por la Canciller Alemana. ¡La prensa lo sabia!
Las fuentes oficiales, por su parte, insisten en definirla como una “conversación breve” y que las insinuaciones de que la Casa Blanca ha estado tratando de ocultar que la conversación tuvo lugar son “falsas, maliciosas y absurdas.”“No solo es perfectamente normal, sino que es parte de los deberes de un presidente interactuar con líderes mundiales,” de acuerdo a información que aparece en el Time.
La relación entres los dos mandatarios no es bien vista por sectores en Estados Unidos debido a la confirmada interferencia del Kremlin durante las elecciones del pasado noviembre y la campaña de desprestigio que lanzó el servicio secreto ruso contra la candidata demócrata Hillary Clinton.
El llamado ataque, incluyó el hackeo de los ordenadores del Partido Demócrata y le valió a los rusos fuertes sanciones por parte de la administración de Barack Obama y la apertura de una investigación por parte del FBI.
