MINNEAPOIS, MN
Cada 10 años, en el año cero de cada década, la oficina de censos y estadísticas de población de los Estados Unidos desarrolla un exhaustivo conteo del volumen y características básicas de la población. Este conteo se toma como base para desarrollar programas de atención a la población misma, para determinar el número de representantes en el congreso que cada entidad debe tener, para determinar necesidades futuras de la población, para desarrollar programas de transporte, y para muchas otras cosas más, indispensables en la vida cotidiana de quienes viven en este país.
La precisión del conteo es una meta cada ocasión que se desarrolla, a sabiendas que es imposible en realidad contar al total de la población, debido a razones de movilidad, de cultura y de falta de información, especialmente entre grupos de gente que se encuentran en condición de vulnerabilidad.
Hoy, la realización del censo se encuentra ante un proceso inédito, habida cuenta que el gobierno federal, que regularmente ofrece amplio apoyo para este ejercicio democrático, ha decidido recortar significativamente el monto de dinero asignado para el conteo del 2020.
Cola renuncia abrupta del director del Censo, John Thompson, la planeación del proceso se ha visto aún más afectada. Thompson habría sino nombrado al cargo en 2013, cuando era el presidente el país Barack Obama. Aun cuando se esperaba que se mantuviera en su cargo al cabo de su período (diciembre del 2016), Thompson presentó su renuncia en junio del 2017, dejando sin liderazgo a esta oficina.
Uno de los motivos por los que Thompson decidiera salir, fue que el congreso estadounidense habría ordenado a la agencia no realizar gastos en el 2020 que superaran a los realizados en el 2010, cuando incluso se reportaba que el monto asignado para el censo habría sido insuficiente para cubrir las necesidades propias de un conteo general de población. Diez años después, con el crecimiento poblacional, y condiciones más complejas en su distribución territorial, se requeriría de un monto muy superior de asignación presupuestal.
En el 2010 se estima haber incurrido en un gasto de 12 mil millones de dólares, convirtiéndose así en el censo más caro de la historia de los Estados Unidos. Dicho monto incluyó el conteo, y la preparación previa al mismo, así como la interpretación de los datos, su organización, y estimaciones hechas a través de la Encuesta de la Comunidad (ACS, por sus siglas en inglés).
En Marzo del 2017 Thompson anunciaba que se estaban desarrollando esfuerzos para mantenerse dentro del presupuesto asignado al censo, con la inclusión de sistemas de conteo automatizados, y más efectivas acciones para llegar al mayor número posible de habitantes del país, dondequiera que estos estuviesen. Aseguraba que la inclusión de nueva y avanzada tecnología ayudaría a reducir el costo del operativo, y garantizaría buenos resultados.
Siendo que el censo es una actividad obligatoria desde 1790 en los Estados Unidos, hoy congresistas y políticos alineados con el presidente sostienen que el censo es innecesario, o al menos partes del operativo, como la ACS, proponiendo mayores recortes al presupuesto. Con ello se pone en riesgo la continuidad de los conteos poblacionales, y las consecuencias en los planos económico, político y de planeación serían simplemente devastadores.
Los esfuerzos por rescatar este ejercicio se han comenzado, incluyendo los realizados por grupos creados para ello. Como es el caso de Minnesotanos por la ACS (MACS), que reúne a un grupo de representantes de agencias que emplean datos censales para el desarrollo de su trabajo. Igualmente, contando con el apoyo del Consejo de Fundaciones de Minnesota, un grupo amplio de personas interesadas, promueve hoy acciones para garantizar que, al menos en el estado de Minnesota, se cuente a la población de forma apropiada y significativa.
Habrá que observar y sumarse a estos esfuerzos.
