MINNEAPOLIS, MN
Más de un tercio de estudiantes universitarios padecen de inseguridad en vivienda y comida
Una de las premisas detrás de promover que los jóvenes hoy continúen sus estudios hasta obtener un grado, es que ello puede ayudar a reducir las diferencias sociales entre los individuos. A la educación se le ha identificado en la ideología estadounidense, como el “gran igualador.” Para quienes promueven sistemáticamente la incursión en programas de educación superior, el lograr ingresar debiera ser automáticamente como haber abierto la puerta para ascender en la escala socioeconómica.
Sin embargo, un estudio reciente por parte del Laboratorio Wisconsin HOPE y la Universidad Temple, ha encontrado que la pobreza y la inequidad económica continúan actuando como inhibidores en alcanzar esa promesa. Según el estudio, 36 por ciento de los estudiantes que se encuentran inscritos en programas de educación superior tienen problemas de inseguridad en la adquisición de alimentos, o bien tienen un acceso inadecuado a alimentos nutritivos, en tanto que más de un tercio de ellos enfrentan también inseguridad en vivienda, lo cual se definido como la incapacidad para pagar renta o servicios, o enfrentar la necesidad de mudarse más frecuentemente.
Para el estudio se incluyó una muestra de 43,000 estudiantes universitarios, que atienden a 60 universidades públicas y privadas, así como a colegios comunitarios. Esta es el estudio de mayores dimensiones a nivel nacional que se haya realizado en torno a la pregunta sobre las condiciones bajo las cuales los estudiantes cumplen o no con sus necesidades como tales mientras están en la universidad.
La información colectada indica que las inseguridades sobre las necesidades básicas afectan en forma desproporcionada a estudiantes marginalizados. Sin embargo, el nivel que mide el esfuerzo académico que los jóvenes invierten, tanto dentro como fuera del salón de clases, es el mismo para todos los estudiantes, independientemente de si se trata de estudiantes que tienen problemas para adquirir alimentos saludables o contar con vivienda.
Un dato alarmante muestra que cerca del 9 por ciento de los estudiantes que participaron en la encuesta, se reportaron sin hogar en un período de 30 días. Asimismo, los estudiantes que atienden a colegios comunitarios tienen mayores problemas que quienes asisten a universidades y colegios privados. Cerca del 46 por ciento de los estudiantes inscritos en programas de dos años reportaron que no podían cubrir los costos que demanda el consumo de comidas balanceadas. El 37 por ciento dijo que sus reservas de alimentos o dinero para adquirirlos, se terminaban antes de que pudieran adquirir más, y el 9 por ciento de los mismos estudiantes dijo que habrían dejado de comer involuntariamente a lo largo de un día entero.
El estudio cuyos resultados ha sido presentado este martes, 3 de abril de 2018, se deriva de una protesta que tiene lugar en la Universidad Howard, que sostiene la práctica de actos de corrupción en el departamento de apoyo económico, así como por la inseguridad en alimentación y vivienda que viven algunos estudiantes en la institución. Uno de los problemas denunciados se sustenta en la cesión de los derechos de administración de edificios de dormitorios a manos de una organización privada. Ello disparó los costos asociados con la renta de un dormitorio. Y, dicen los protestantes, los grupos tradicionalmente en desventaja dentro de la sociedad, son quienes padecen mayormente de los efectos de esa y otros asuntos.
Lo cierto, indica el estudio, las desventajas que muchos viven dentro de su vida cotidiana, se manifiestan igualmente dentro de las universidades y colegios en el país. Ello genera egresados que no son competitivos en el mercado laboral, preservando la condición desventajosa de la que buscaban salir, como se les había prometido, en persecución del llamado “sueño americano.”