MINNEAPOLIS, MN
Recuerdo mi conversación con un famoso y exitoso hombre de negocios que me contaba sobre uno de sus ejecutivos que acosaba a su secretaria y la tenía casi al borde del suicidio. Él la protegió trasladándola a otro departamento y no le dijo nada al señor ejecutivo. Cuando indignada le pregunté por qué, me dijo que si tomaba represalias por ese motivo, no le quedaría casi ningún gerente. De esa conversación hace más de quince años. El hostigamiento sexual no es un dilema reciente.
¿Alguien se atreverá a afirmar que el hostigamiento sexual no es un problema en nuestros países latinoamericanos? Nuevamente nos invade el famoso síndrome del avestruz, del que no me canso de hablar. Los latinos vivimos negando la realidad. Cuando alguien nos la dice, lo acusamos de grosero o de ser muy directo.
No considero acoso sexual decirle un piropo agradable y fino a una mujer o viceversa. No quisiera que viviéramos con el miedo constante de tener que defendernos de una demanda o que perdiéramos nuestra espontaneidad y galantería. El día que eso ocurra perderíamos uno de nuestros encantos, sobre todo de los caribeños. Debemos ser más inteligentes, copiar lo bueno y evitar lo malo. Con esto quiero decir que debemos dejar a un lado otro síndrome que nos caracteriza; negar la realidad y poner candado después que nos roban.
Las escuelas, las empresas, los medios de comunicación, y sobre todo los padres, debemos empezar a prevenir el hostigamiento sexual. ¿Cómo hacerlo? Educando sexualmente, hablando de respeto por el otro, de sexualidad sana sin manipulación, sin usar a los demás.
Una persona que necesite ofrecer dinero, aumento de salario y demás beneficios para conseguir un momento de sexo, claro jamás de buen sexo, debe revisarse y buscar ayuda de un profesional.
Un buen sexo no puede basarse en la falta de respeto y el uso del poder. Esto habla de nuestra ignorancia y baja estima y refleja un machismo trasnochado de la época de las cavernas. En la mayoría de nuestros países y en los Estados Unidos, existen leyes muy severas contra el acoso sexual. Debemos evitar para luego no tener que lamentar.
Según Masters y Johnson, “Toda conducta sexual debe ser tolerada social, individualmente y jurídicamente, siempre y cuando cumpla con los siguientes principios:
* Libertad: que quienes realicen la actividad sexual lo hagan voluntariamente.
* Respeto: que no se lesione a terceras personas bajo ningún aspecto.
* Responsabilidad: que sea entre adultos, personas capaces de prever las consecuencias de su conducta sexual y evitarlas o afrontarlas.”
Las estadísticas demuestran que las presiones sexuales indeseadas, sea en el trabajo, en el lugar de estudios, en el consultorio médico, etc. afectan en varios aspectos:
- Emocionalmente
- Económicamente
- En la productividad, eficiencia y relaciones laborales
- En las relaciones sociales, dentro y fuera del empleo
- En la vida familiar
- En la vida sexual
¡Una vez más, educar es la única salida!