SAINT PAUL, MN.
En la mayor parte de la América Latina, este domingo 10 de mayo es el día designado, oficialmente, para la celebración de las madres. La misma celebración ocurre el segundo domingo del mes de mayo en los Estados Unidos.
Es el día en el que todos recordamos de la mujer que nos ha hecho existir en este planeta, en este momento. Es el día en el que decidimos festejarla, con tal fervor, con tal intensidad, que pareciera que deseáramos obtener una disculpa por haber olvidado a nuestra madre el resto del año. Hoy, o el próximo domingo, nos esforzaremos porque nuestra madre, o la madre se nuestros hijos, se sientan plenamente consentidas, sin que tengan que mover un dedo. Pero, ¿sólo por hoy?
Acaso en la actualidad el Día de las Madres se haya convertido en una fecha con carácter comercial, de promoción de consumo, en todo el mundo. Pero la celebración de las madres no es nueva. Es una característica natural de la condición humana, y que se ha manifestado en muchas culturas a lo largo de la historia.
Probablemente la celebración específica a las madres habría surgido en la Antigua Grecia, en donde se ha documentado la celebración de diversas festividades en honor a Rhea, madre de Júpiter, Neptuno y Plutón. Todos dioses mitológicos, y sumamente importantes en la ideología griega.
Entre las culturas prehispánicas, destaca la celebración a Coatlicue, madre de Huitzilopochtli, a quien el dios guerrero defendiera de su hermana Coyolxauhqui, cuando ésta conspirara con sus 400 hermanos para ejecutar al mismo Huitzilopochtli y a su madre, para vengar la deshonra del embarazo de la misma. Sin embargo, al nacer Huitzilopochtli, derrotó a Coyolxauhqui, quien murió desmembrada a orillas de la pirámide del Templo Mayor.
Las comunidades prehispánicas rendían adoración a la Coatlicue, y a las madres de todos que eran la representación de la diosa. La adoración a la madre Coatlicue, se convirtió a la misma a la Virgen de Guadalupe, la diosa Tonatzin, y a quien se le ha llamado la madre de todos los mexicanos y se ha extendido más allá, a lo largo y ancho de Latinoamérica.
En la Inglaterra del siglo XVII, dada la pobreza que afectaba a los siervos, se denominó a un domingo al año, el “Domingo de la Madre”, en el que siervos y empleados eran autorizados para visitar a sus madres, permitiéndoseles también hornear un pastel, conocido como “tarta de las madres”, para que lo llevaran como regalo.
Desde 1872, en Boston, Julia Ward Howe propuso la celebración del Día de la Madre en el otoño, pero no fue sino hasta 1907 cuando se retomó, bajo la iniciativa de Ana Jarvis, como consecuencia de la muerte de su madre, dos años antes. La celebración se extendió a casi todos los estados del país, hasta el año 1910, pero no fue sino hasta el 1914 que el entonces presidente Woodrow Wilson, se dictara una proclamación para fijar el segundo domingo del mes de mayo de cada año como el Día de la Madre en todo Estados Unidos.
Esa primera celebración coincidió con el 10 de mayo, por lo que dicha fecha precisa fue adoptada como la del Día de la Madre en muchos países en el mundo entero, siguiendo la iniciativa estadounidense.
Desde su promulgación como fecha oficial en el calendario, se ha insistido en que ese día, es bueno regalar a la madre, para agradecerle por lo hecho por cada uno de sus hijos, cosa que han aprovechado al máximo tiendas y productores, además de restaurantes, para incrementar sus ventas, pues ese día la madre recibe una comida, y regalos que le “facilitarán” seguir siendo la ignorada madre el resto del año. Planchas, licuadoras, lavadoras, trastos de cocina, son regalos comunes en esta fecha.
Felicidades y nuestro profundo agradecimiento a nuestras madres, pero no solo hoy, fecha oficial de celebración, sino el resto del año, cuando están siempre presentes para nosotros.