SAINT PAUL, MN
El pasado viernes, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, presentó lo que se ha identificado como su estrategia para disminuir los precios de algunos medicamentos. Sin embargo, la medida puede generar cierto descontento fuera del país. La medida de disminuir los costos de medicamentos implica el forzar el incremento en los precios de los países que empleen sus sistemas de salud locales para hacer de las medicinas más accesibles en costos.
Una medida más que parece ratificar que los Estados Unidos se aísla más y más del resto del mundo. Acción que sigue a la presentada el martes, al decidir que el país de las barras y las estrellas se separaba de los acuerdos de uso y construcción de armas nucleares en Irán. Y con la propuesta presentada sobre los costos de los medicamentos, la administración de Trump podría afectar los bolsillos de los ciudadanos de los países que tradicionalmente han sido los aliados más fuertes del país.
Indicando que con su plan se buscaría eliminar el abasto de medicamentos gratuitos al resto de países en el mundo, Trump apuntó que los controles de precios que se han implementado en ellos, reducen los recursos que las compañías farmacéuticas de los Estados Unidos con que cuentan para financiar el desarrollo de investigaciones en la busca de curas a nuevas enfermedades. O nuevas curas a enfermedades prevalentes.
La propuesta fue desarrollada a partir de un informe presentado por el Concejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. En dicho reporte, los asesores se lamentaban por el bajo costo de los medicamentos en los países extranjeros. Entre los argumentos presentados, se señala en el reporte que los niveles de ganancia para las firmas de fármacos son cuatro veces más altos que los márgenes en mercados regulados de países europeos y el Japón. En suma, el reporte sostiene que se debe atacar el problema de raíz: que naciones desarrolladas, que cuentan con capacidad para cubrir más altos costos de los medicamentos, tienen la libertad de fijar los costos a niveles injustamente bajos, dejando a los pacientes de los Estados Unidos financiar innovaciones en los medicamentos de los que gozan los pacientes en países foráneos.
Con lo anterior, el presidente no empleará, como había planteado durante su campaña por la carrera presidencial, el poder de compra que representa Medicare para negociar de forma directa los precios de medicamentos para adultos mayores. La medida, tal cual ha sido presentada, representa una píldora de azúcar, para engañar a los consumidores, desde la perspectiva de algunos legisladores demócratas que dudan de la efectividad de la misma.
Y es que, según analistas, con medidas que buscan mejorar la competencia y la transparencia en un sistema complejo de establecimiento de precios a los medicamentos. En sus conclusiones, las medidas podrían llevar meses, e incluso años para implementarse en forma efectiva, y nadie podrá impedir que los productores de fármacos establezcan precios muy elevados al lanzar al mercado un nuevo medicamento o una nueva fórmula.
Las medidas propuestas no son claras en la forma en que se han de implementar, y no establecen ninguna forma de control que regule los costos de los medicamentos al salir al mercado, dejándolo en manos de las farmacéuticas, cosa que no ocurre en ningún otro país desarrollado en el mundo. Asimismo, expertos en la materia muestran total escepticismo sobre la capacidad que el gobierno estadounidense tiene para ejercer presiones sobre los países aliados, a fin de que cambien sus regulaciones sobre los costos de los medicamentos.
Así, de nueva cuenta, una medida que se anuncia como la “acción más radical en la historia” sin indicar cómo se llevará a cabo, ni cuánto tiempo llevará antes de que puedan registrarse verdaderos beneficios para la población. Una medida también que se suma a las aislacionistas que han plagado a la presente administración, confrontando a sus mismos aliados.
