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DE COLORES Y SABORES, REACCION ANTE LA ACCION EJECUTIVA

A man weeps and holds a U.S. flag at a May Day rally in Lafayette Square Park near the White House in Washington

MINNEAPOLIS, MN

Al finalizar su presentación, el presidente Barack Obama llamaba a todos los sectores de la sociedad a trabajar con fuerza en pro de una reforma migratoria efectiva y duradera. El argumento se sustenta, sin duda, en la importancia que tiene el número de inmigrantes en el espectro socio-económico del país. Un argumento recurrente e incluso, en ciertos momentos, demasiado insistente al intentar convencer al ala republicana del congreso para adoptar esa medida definitiva. Obama, como presidente, ha referido a la necesidad de corregir in sistema “roto” en múltiples ocasiones. Se trata de un tema que surge durante sus primeros debates para ganar la presidencia de la nación, y se ha repetido casi invariablemente en cada foro en el que Obama aparece.

Las expectativas entre quienes se favorecerían de dicha reforma, han crecido en cada momento en el que el presidente afirma que es tiempo de moverse adelante en la solución del problema. Pero igualmente ha habido respuestas contrarias, que sostienen el persistente riesgo que pueda suponer el adoptar una medida tal. Así, el debate toma lugar con argumentos sobre el costo/beneficio de la inmigración indocumentada en el país, y en muchas ocasiones dejando invisibles los argumentos que se basan en la discriminación étnica.

Hoy día, en el diario Star Tribune, Tim Penny y Jim Kolbe presentan una carta abierta al presidente Obama, criticando el que el mandatario hubiese tomado la iniciativa en su acción ejecutiva, aun cuando, reconocen los autores, se trata de una meta correcta, pero con medios equivocados. La carta comienza señalando que el fenómeno migratorio es un problema que requiere solución. Pero, señalan, la acción tomada por el presidente no hace sino desairar al Congreso y a todo el proceso legislativo, que, dicen Penny y Kolbe, no debió haber ocurrido.

Los autores argumentan que la reforma migratoria es y ha sido un problema que no puede negarse. Que el arribar a cualquier solución al mismo, supone siempre favorecer a algunos, en contra de otros. No es posible, dicen, llegar a un acuerdo justo para todos. Desde la asignación de visas a trabajadores altamente calificados, a contar las “Green-cards” para trabajadores agrícolas, toda política migratoria requiere de una completa consideración y revisión. Existen también aquellos que han llegado al país siguiendo los pasos para lograr adquirir la ciudadanía, en forma y tiempos que dictan las reglas. Además, se tiene como objetivo, el desalentar la migración indocumentada. Es por ello, y más, que en la historia de los Estados Unidos, las reformas ocurran cada 20 o 30 años.

En los años 80s, se implementó lo que ha sido la más profunda reforma de los tiempos modernos, cuando Ronald Reagan era el presidente, y quien fue capaz de logra un frente bi-partisano, que era entonces, y ahora, necesario. La propuesta se introdujo al congreso en 1981, y se aprobó hasta el año 1986, con cerca del 60% de los senadores votando por el sí a la reforma, y ligeramente arriba del 50% de los representantes. Se trata, dicen Penny y Kolbe, de una reforma imperfecta, pero que consideraba tres de los más importantes elementos de discusión: mejor cuidado de la frontera; provisiones para trabajadores y estatus legal para algunos de esos trabajadores que ya estuvieran en los Estados Unidos.

Al continuar con sus argumentos, los autores señalan que la acción tomada por el presidente ha sido unilateral, y que no toma en cuenta la experiencia histórica de la reforma de 1986. Antes bien, dicen, “una orden ejecutiva en este tiempo, inflama en lugar de informar el debate sobre la reforma compresiva migratoria. Puede ser cierto –como usted dice– que los resultados electorales recientes no fueron un apoyo abierto a la agenda republicana. Pero es innegable que en muchos aspectos, los votantes expresaron su descontento con su liderazgo y su propia agenda.”

Penny y Kobe olvidan el tiempo que el ejecutivo ha invertido en promover la reforma migratoria y las inflamatorias respuestas de los líderes republicanos. Sin embargo, presentan argumentos que habrá que tomar en cuenta al momento de analizar los efectos verdaderos de la acción presidencial, y la inevitable respuesta que vendrá. Acaso el gobierno federal tendrá que apagar muchos fuegos, antes de lograr estabilizar el sistema que ha intentado corregir.

 


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