SAINT PAUL, MN
Muy probablemente el nombre del oficial de policía Darren Wilson, será recordado por muchísimo tiempo. Siendo él un policía blanco en Ferguson, Missouri, representa una de las situaciones más polarizadas en la historia reciente de los Estados Unidos. Wilson es responsable de haber disparado y matado a Michael Brown, un chico de 18 años de edad. Era el nueve de agosto del 2014. La historia no es novedosa: respondiendo a un llamado de emergencia reportando un asalto en proceso, el oficial Wilson acudió, confrontando a Brown y a un amigo que estaba con él. Wilson disparó y mató a Brown, quien se encontraba desarmado, pero que fue acusado de “atacar físicamente” al oficial, logrando tomar el arma del policía. Se escuchó entonces un disparo dentro del carro de policía, en donde ambos se encontraban, a lo que siguieron otros disparos, ahora hechos fuera del auto.
De inmediato, y dada la amplia difusión del evento a través de las vías sociales de comunicación, la población de Ferguson se organizó para protestar en contra de un asesinato más de un hombre negro, a manos de un policía blanco. Las protestas suben de tono, y lo que buscaba ser un tributo con velas encendidas, muy pronto la policía intervendría para evitar mayores desmanes, resultando 30 personas detenidas. No fue posible evitar que se registraran saqueos y vandalismo, afectando negocios locales. El ambiente se puebla de hostilidad a lo largo del país entero, con protestas y demandas por justicia en el caso.
El FBI se compromete a desarrollar una investigación paralela del caso, para clarificar las características que rodearan la muerte de Brown. Aun cuando los padres de Brown demandan que se detenga la violencia, las expresiones de cansancio y desesperación se multiplican y con ello la inevitable presencia de actos vandálicos. El coraje y la frustración son catalizadores de demandas por justicia y exigencias de cambio en el sistema. Lo que realmente ocurre, es todo lo contrario, en tanto policías locales responden con violencia y granadas con gas lacrimógeno a las manifestaciones.
Conforme el tiempo pasa, la incertidumbre crece y más y más gente se suma a las demandas originales. Prominentes figuras públicas se suman a las demandas de paz y justicia, en tanto el nombre de Wilson no es presentado a la sociedad, y por tanto, por enésima ocasión, la policía pareciera proteger al responsable por disparar en contra de Brown. El martes 12 de agosto, y luego del arresto de 15 personas en Ferguson, el jefe de la policía del condado anuncia que el nombre del oficial no sería dado a conocer.
En este momento, incluso el presidente Obama se posiciona demandando una investigación profunda y porque prevalezca la cordura y que las demandas sean pacíficas. En el mismo comunicado, Obama anuncia que tomará acción para que se revisen las tácticas policiacas vigentes en el país, a fin de generar una nueva orden. En los días que siguen, la tensión sigue manifiesta y en franco crecimiento. El día 24 de noviembre, el gran jurado del Condado de San Louis declina encausar al oficial Wilson, quien dispara en seis ocasiones matando a Michael Brown.
La respuesta de los activistas sociales es enorme, con movilizaciones masivas a lo largo del país. Minneapolis atestiguó una de las más impresionantes movilizaciones registrada en los últimos tiempos, con un número significativo de manifestantes tomando las calles. El grupo es grande y es diverso, pero con la característica de ser mayormente compuesto por jóvenes. La alcalde Hodges habría asegurado que protegería a los manifestantes, quienes estarían protestando en pleno uso de su derecho, y con la protección de la policía para evitar incidentes mayores.
Una vez más, entonces, la juventud que habita en los Estados Unidos se expresa con fuerza en contra de las arbitrariedades de la policía. De nueva cuenta, las voces suenan fuerte en aras de detener la práctica discriminatoria de la ley, en pleno siglo XXI. La juventud de Minnesota se expresó igualmente, con mucha fuerza. Pese al descontento de algunos ciudadanos, entre quienes se encuentran dos automovilistas que echaron sus vehículos sobre la gente sin ningún remordimiento.
Un joven más en la ya larga historia de víctimas de un sistema que pareciera no tener la intención de reconocerles iguales, y que se ensaña en contra de algunos. Nuestra juventud Minnesotana entre ellos, alza su voz para reclamar justicia hoy, y siempre.
