Jerusalén, (EFE)
Palestina y la campaña que promueve el boicot y sanciones a Israel se anotaron anoche un gran triunfo al lograr la cancelación del amistoso de fútbol entre las selecciones Argentina e Israelí del próximo sábado, que había agotado las entradas y generado enorme expectación.
Decenas de miles de israelíes, muchos de los cuales habían sufrido para conseguir una de las deseadas entradas -de las que solo salió a la venta un tercio puesto que el resto se distribuyó entre organismos y empresas- se despertaron esta mañana con la gran decepción, ante la noticia de que no verían a Messi y otros ídolos jugar en Jerusalén.
Los medios recogían hoy el tremendo desencanto, con reproches a los argentinos, por ceder a las presiones, a los palestinos -que exigieron la suspensión y amenazaron con impedir que Argentina fuese sede del Mundial 2030– y también hacia los políticos israelíes, y en concreto a la titular de Deportes, Miri Reguev, a la que muchos acusan de forzar la máquina hasta provocar el desastre.
Y es que Reguev había disfrutado del “éxito” diplomático que suponía tener a la albiceleste en el césped en Jerusalén, en un momento delicado en que Israel trata de lograr reconocimiento internacional a la ciudad como su capital, algo que hasta hace poco el mundo negaba por su oposición a la ocupación de la parte oriental palestina.
En diciembre, Donald Trump dio un espaldarazo a las posiciones israelíes reconociendo la Ciudad Santa como capital israelí -aunque especificando que no se fijaban fronteras-, una decisión que culminó en mayo con el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, que fue seguido días más tarde por Guatemala y Paraguay.
Reguev forzó que el amistoso, último que iba a disputar Argentina antes de viajar a Rusia y que estaba previsto jugar en Haifa, se mudase a Jerusalén, buscando proyectarlo como una muestra más del reconocimiento internacional a la soberanía israelí sobre toda la ciudad.
Lo enmarcó, además, en las celebraciones del 70 aniversario del nacimiento de Israel y prometió a los israelíes: “Messi vendrá a besar el Muro” de las Lamentaciones, situado en territorio ocupado.
Pero el traslado del evento a la urbe hizo saltar todas las alarmas y alimentó la campaña de boicot, con llamamientos incendiarios a Messi, fotos de macabras camisetas de la selección manchadas de sangre y montajes y memes acusándole de colaborar con la ocupación israelí y violaciones de los derechos humanos.
Grupos pro-palestinos fueron incluso a los entrenamientos a Barcelona a gritar a los jugadores: “¡No vayáis!”, una presión que no dejó de aumentar hasta el último momento y fuentes argentinas dijeron que había habido amenazas a las familias de los jugadores si estos venían.
La Asociación de Fútbol Palestina advirtió ayer que pediría a los países árabes y musulmanes que voten contra la candidatura Argentina-Uruguay-Paraguay al Mundial 2030 y anunció consecuencias de defraudar a los millones de seguidores del equipo en oriente.
Su presidente, Yibril Rayub, dijo hoy a Efe que Israel “ha intentado utilizar a Messi y las otras estrellas como herramientas políticas”, alabó lo que consideró “una decisión justa” y dijo que espera que “Argentina gane la Copa del Mundo”.
En Israel la cancelación fue un jarro de agua fría, no solo para las ambiciones políticas de reconocimiento internacional, sino sobre todo para los hinchas, para quienes era el evento futbolístico del año.
La productora del partido, Comtec Group, trató de salvar la ropa hasta el último momento e instó hoy a los argentinos a “no rendirse ante el terrorismo” y revertir su decisión.
“Siempre ha habido terrorismo y siempre habrá terrorismo, pero no debe entrar en el deporte”, dijo en un comunicado en el que lamenta que “cientos de miles de hinchas de Argentina están devastados hoy”.
El diputado israelí Haim Yelin, nacido en Buenos Aires, declaró que “hoy es un día triste porque Messi y la selección Argentina no llegarán a jugar acá”.
“Para 5000 habitantes y niños que viven en el sur y sienten lo que es el terror de Hamás día a día, noche a noche, para ellos era la más grande alegría y se frustraron. Se frustraron y lo lamento mucho por ellos”, declaró.
El ministro de Seguridad Pública israelí, Guilad Erdán, también consideró que la selección argentina se ha sometido “a la violencia y el terror” y el titular de Defensa, Avigdor Lieberman, añadió que optaron por escuchar a las voces “antisemitas”.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, llamó anoche a Mauricio Macri para tratar de influir la decisión, pero no tuvo éxito, lo que dejó a más de 31.000 personas con el sueño incumplido de ver a sus ídolos jugar aquí tres días antes de cumplirse.