El mes de diciembre se caracteriza por ser un tiempo saturado de festividades, de música de ocasión y de muchísimas opciones que buscan incentivar el gozo por la temporada invernal. Entre ellas está el patinaje, el esquiar, el hockey sobre hielo, el acudir con la familia a cortar un árbol que morirá más tarde en nuestra sala, el saturar nuestras casas de adornos rojos, verdes y azules, dentro y fuera de ella. ¡Ah! Pero también es una temporada en la que tenemos la oportunidad de volver a disfrutar de nuestras obras favoritas. El Cascanueces, El Canto de Navidad, y Un Cuento de Navidad.
El Centro Ordway para las Artes, en el corazón de la capital estatal, Saint Paul, tiene en escena esta última, “Un Cuento de Navidad”, en un formato de teatro musical. Así nos lo anuncia el título: A Christmas Story, the Musical. Una maravillosa oportunidad de apreciar una excelente producción, muy al estilo de las que se pueden disfrutar en Broadway, pero sin tener que ir a Nueva York.
Con un escenario en constante movimiento, que nos permite transportarnos de la casa en la que la familia de Ralphie vive y sueña, a la tienda en la que los sueños infantiles se construyen y materializan, pasando por el viaje en el auto, o la escuela, o la calle donde los chicos interactúan y crecen. En suma, una puesta en escena que nos muestra ese cuento de navidad que alguna ocasión nosotros mismos tuvimos en nuestra infancia.
Y quién no recuerda la película que, en principios de los años 80s nos introdujo a la colección de cuentos semi-ficticios que cuenta Jean Shepherd con base en su libro “In God We Trust, All Others Pay Cash.” Y no es que todos hayamos estado aquí para verla, pero ha sido un filme que se ha puesto en teatros y en el televisor infinidad de veces, convirtiéndose en un clásico de Navidad. Incluso, la cinta fue elegida para por el Registro Fílmico Nacional (de Estados Unidos), para ser preservada en la Biblioteca del Congreso, por ser “significativa cultural, histórica y estéticamente.”
El cuento, en su versión teátrico-musical, es una narración, un viaje nostálgico al pasado, por parte del mismo Jean Shepherd, en el que recuerda una Navidad, aquella en la que acaso él mismo contaba con apenas nueve años de edad, y en la que su único deseo era el recibir un presente por Navidad: un rifle de aire, modelo Red Ryder Carbine, de acción de 200 tiros (que incluía una brújula). El deseo del personaje central del cuento, Ralphie Parker, es tan fuerte, que busca hacer llegar su mensaje a quien corresponda, por todos los medios posibles, consciente de que no debe cometer ningún error, ninguna mala acción, que lleve a la negativa de tan preciado regalo.
El escenario es enmarcado en un período posterior a la depresión económica de finales de los años 40s, con la familia busca recuperarse de la misma, y en la que cada uno de sus miembros tienen también sueños y buscan materializarlos. En la historia, el padre de Ralphie gana un “premio mayor” al participar en un concurso de conocimientos, sin saber de qué se trata, hasta que a su casa llega una lámpara en forma de pierna de mujer vestida con una media de rejillas. La lámpara resulta un orgullo para el papá, y una vergüenza para la mamá.
Es el mismo padre, el viejo, quien lucha constantemente contra el viejo calentador que se descompone a cada momento y que hace que en casa se escuchen malas palabras a cada momento. Y ello es también un pretexto para que Ralphie use tales profanidades cuando ayudando a su padre a cambiar una llanta pinchada, pierda los tornillos, causando con ello un temor profundo de ser castigado y no recibir el ansiado presente. No faltan los chicos abusivos que siempre se aprovechan del resto (bullies) en el barrio y en la escuela, hasta que le mismo Ralphie les pone en su lugar, a riesgo de sumar un motivo más en su contra en tan cruciales momentos, pues puede ser interpretado como haberse portado mal.
Una serie de anécdotas que de pronto se identifican con nuestra vida misma, que nos llevan a reír al tiempo que gozamos de las canciones que cuentan las historias. Canciones acompañadas de música viva, como en los mejores tiempos de los musicales, en un ensamble conducido con acierto por Jeff Rizzo, quien ha participado en musicales en Brodway. Rizzo participa también como director musical de la obra.
En fin, una obra atinadamente dirigida por James A. Rocco y Sharon Halley. El año pasado, Rocco, quien es el vicepresidente de programación y producción artísticas del Ordways, ha sido reconocido por Brodway por sus 25 años de trabajo en teatro. Rocco cuenta con amplia experiencia en Brodway, como productor y director de obras famosas y ha recibido numerosos premios. Sharon Halley aporta su experiencia como coreógrafa, lo cual da como resultado una sólida presentación de un clásico que se disfruta de principio a fin.
La obra estará en escena hasta el 28 de diciembre.
Si estás por Saint Paul, o planeas estar por estos días de fiestas decembrinas, y no tienes otra cosa de hacer por la noche, disfruta de una buena y nostálgica obra musical en el Centro Ordway.