Ciudad Hidalgo (México), 19 oct (EFE).-
Miles de migrantes de la caravana que partió el sábado pasado de Honduras forzaron hoy la valla fronteriza desde Guatemala e ingresaron a México, donde las fuerzas de seguridad se vieron en un primer momento rebasadas por un imparable río humano
Después de seis jornadas de viaje, la caravana, que partió de San Pedro Sula (norte de Honduras) con el objetivo de llegar a Estados Unidos y está integrada por unas 3.000 personas, logró llegar a México.
Una vez consiguieron eliminar el obstáculo que suponía la valla fronteriza de la ciudad guatemalteca de Tecún Umán -que permaneció abierta aproximadamente durante media hora-, los hondureños entraron formando una gran riada, muchos de ellos corriendo.
Tras un primer momento de euforia, los migrantes fueron contenidos por la Policía Federal mexicana, lo que desencadenó momentos de tensión.
El secretario de Gobernación de México, Alfonso Navarrete, no tardó en denunciar que “grupos de cientos de personas” hondureñas estaban tratando de entrar “por la fuerza” a México.
Dijo que el embajador de México en Guatemala y altos funcionarios habían acordado el jueves con dirigentes de la caravana que no se cerraría el paso a los migrantes, para que quienes así lo quisieran pudieran llegar a territorio nacional.
Lo que se solicitó fue que el ingreso fuera “ordenado”, en grupos de 50 a 100 personas, para que las autoridades pudieran tomar su documentación y evitar que los migrantes “estén sujetos a irregularidades”, apuntó Navarrete, quien alegó que se había roto el acuerdo.
Del lado mexicano, a los migrantes los esperaban unos mil agentes, contando policías federales -muchos de los cuales llegaron al sureño estado de Chiapas específicamente para la ocasión- y personal migratorio situado en distintos puntos, de acuerdo con cifras del comisario de la Policía Federal, Manelich Castilla.
En los momentos más caóticos tras el cruce de la frontera se registraron actos vandálicos por los que seis policías acabaron lesionados, según el jefe policiaco.
La agresión, con petardos y piedras, la realizaron “personas ajenas a la propia caravana”, que ya estaban en el lado mexicano e intentaron “provocar y generar reacciones” por parte de las fuerzas de seguridad, afirmó el comisionado.
Una vez estabilizada la situación, los migrantes quedaron varados en uno de los puentes que atraviesa el río Suchiate, frontera natural entre Guatemala y México.
Desde ahí, en Ciudad Hidalgo, comenzaron a ser subidos a autobuses rumbo a Tapachula, donde se encuentra la estación migratoria más grande de México, la llamada siglo XXI.
Los controles no se establecieron únicamente en el puente por el que pasaron la mayoría de los hondureños, sino que también se fijaron puntos de revisión en otros cruces, para inspeccionar a quienes pudieran haberse saltado los controles principales.
Algunos de los migrantes prefirieron tirarse al Suchiate -que en ciertas temporadas puede cruzarse andando pero que ahora está en su periodo más caudaloso- para llegar a la orilla mexicana.
Lo hicieron nadando o con la ayuda de las balsas que habitualmente transportan mercancía de un lado a otro del río y están creadas por grandes neumáticos y tablones de madera.
Desde el día que salió la caravana, el Gobierno mexicano ha enviado varios comunicados en los que ha reiterado que los migrantes, si no cuentan con la documentación necesaria para ingresar legalmente al país, serán detenidos y regresados.
No obstante, quien lo desee puede solicitar, de manera individual, la condición de refugiado, que tramita la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó esta semana con un cierre militar de la frontera sur de su país si México no lograba detener la caravana.
Y hoy, el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, realizó una visita a la capital mexicana, durante la cual se reunió con el canciller Luis Videgaray y el presidente Enrique Peña Nieto.
En un mensaje a medios conjunto, y como respuesta a los comentarios de Trump, Videgaray recordó que la política migratoria de México es soberana: “La política migratoria de México la define México, así como la política migratoria de Estados Unidos la define Estados Unidos”, sostuvo.