MINNEAPOLIS, MN
Solo un necio defendería que las mujeres son menos capaces que los hombres para el desempeño profesional. Si la sociedad está formada aproximadamente por un cincuenta por ciento de hombres y un cincuenta por ciento de mujeres, entonces ¿por qué en los puestos directivos de las empresas no existe la misma igualdad?
Cuando se habla de cuotas obligatorias, mucha gente responde que “no puede ser, que hay que buscar a los mejores, sean hombres o mujeres”. Pero, curiosamente, en la mayoría de los casos esos «mejores» son hombres. Algo ocurre para que en las imágenes de los consejos de administración predominen las corbatas. Y se llama discriminación por razones de sexo.
El líder sexista no es democrático, mina la confianza de su equipo, genera desigualdades que conducen a la desafección e incluso al acoso. Por razones de educación, sociales e históricas, hombres y mujeres tenemos comportamientos sexistas constantemente, a veces por inercia, de forma inconsciente. Unos y otras tenemos que luchar por erradicarlos.
1. El talento no tiene sexo. Seleccionar a los trabajadores mediante currículos ciegos, sin conocer si son hombres o mujeres, solo atendiendo al perfil profesional que más se adecue al puesto de trabajo y prohibir terminantemente determinadas preguntas en las entrevistas laborales como: “¿piensa tener hijos en el futuro?”.
2. Buscar la paridad. Las empresas con presencia igualitaria de mujeres y hombres en niveles y en los puestos son, según demuestran muchos estudios, más competitivas. Para ello es importante ofrecer formación con horarios adaptados y movilidad en el puesto, tanto vertical como horizontal. El líder no sexista debe procurar que en todos los sectores y niveles de la empresa haya paridad, como existe en la sociedad.
3. Facilitar la corresponsabilidad. Es importante proporcionar horarios flexibles y teletrabajo, tanto para los hombres como para las mujeres. Igualmente, hay que promover que los permisos de paternidad se equiparen con los de maternidad. Se trata de que el espacio doméstico no sea una obligación solo para las mujeres y de acabar con la doble jornada que recae en mayoritariamente en ellas.
4. Equiparar los salarios. Vigilar que los empleados con las mismas funciones tengan una remuneración similar, con independencia de su sexo.
5. Cambiar la cultura empresarial. Si es necesario, contratar equipos externos que formen a los trabajadores y ayuden a la empresa a analizar sus errores en materia de igualdad. Cambiar las conductas excluyentes hacia las mujeres requiere un cambio de cultura en la organización del trabajo.
Las mujeres, directivas o no, debemos liderar el cambio en las empresas y en la sociedad con confianza en nosotras mismas. Mary Wollstonecraft, autora de “Vindicación de los derechos de la mujer”, afirmaba: «Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas».
@EstrellaFloresC