Guadalajara (México), 13 nov (EFE).-
Unos 4.000 migrantes centroamericanos que cumplieron hoy un mes de marcha emprendieron la segunda mitad de su trayecto hacia Estados Unidos al verse obligados a abandonar el albergue en que permanecían en Guadalajara, molestos por las promesas incumplidas del Gobierno estatal de Jalisco.
Los caminantes llegaron el lunes al albergue adaptado en el Auditorio “Benito Juárez”, pero horas más tarde tuvieron una reunión con el secretario de Gobierno de Jalisco (oeste de México), Roberto López, quien les informó que el estado no contaba con más recursos para ayudarles, según denunció el colectivo Éxodo Centroamericano.
“El secretario de Gobernación de Jalisco nos dijo que no contaban con suficientes recursos ni comida para que nos quedáramos a descansar el siguiente día, a pesar del cansancio del grupo, y solicitó que abandonáramos la ciudad”, indicó el colectivo, formado por los propios migrantes, en un comunicado.
El acuerdo al que llegaron con las autoridades fue que los trasladarían en autobuses a Ixtlán del Río, en los límites con el vecino estado de Nayarit, para que de ahí pudieran trasladarse hasta Sinaloa, añadió.
Pese a que las autoridades de Jalisco habían previsto alimentos, ropa y servicios para que los miembros de la caravana permanecieran en el albergue al menos hasta el miércoles, les pidieron que dejaran el lugar la madrugada de este martes.
El lunes, durante la cena, un grupo de migrantes tuvo un altercado dentro del albergue debido a que estaban inconformes con los alimentos. Algunos de ellos pedían salir para comprar comida pero se encontraron con la negativa de las autoridades.
El asunto escaló hasta que la Policía Municipal detuvo a cuatro de ellos por alterar el orden fuera del albergue, informó la corporación.
Desde las 04.00 hora local de hoy los migrantes hicieron filas para abordar los 22 autobuses dispuestos para trasladarlos hasta Ixtlán del Río. Sin embargo, el transporte llegó hasta la caseta de peaje del poblado de El Arenal, Jalisco, a 100 kilómetros del lugar acordado.
Los migrantes se negaron a descender de las unidades hasta que policías estatales, algunos con armas en mano, los obligaron a bajar en medio de la carretera. Durante unas horas se resguardaron en la caseta mientras conseguían que algún vehículo particular quisiera trasladarlos.
“Esta es una clara decisión del Gobierno del Estado de Jalisco de sacarnos de la ciudad de Guadalajara sin cumplir con su palabra y así poner en peligro la integridad física, la seguridad y la salud de miles de familias con niños a quienes les han dejado en la oscuridad de la madrugada sobre un punto desolado y desconocido en la carretera, sin transporte ni servicios”, denunció el colectivo.
Unos 650 migrantes que quedaron rezagados en el albergue a la espera del transporte tuvieron que salir de la ciudad caminando hacia la carretera, debido a que el Gobierno estatal no dispuso de más camiones.
Esta caravana partió el 13 de octubre de San Pedro Sula, Honduras, e ingresó a México el 19 del mismo mes. De San Pedro Sula a Tijuana, en la frontera con Estados Unidos, hay 4.350 kilómetros, mientras que de la ciudad hondureña a Guadalajara han recorrido 2.122 kilómetros, prácticamente la mitad de su camino.
Una avanzada, formada por un centenar de miembros de la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (LGBT), ya está en Tijuana y planea solicitar asilo a las autoridades estadounidenses en los próximos días. Otros más han llegado al estado de Sonora.
Por otra parte, integrantes de la segunda caravana de hondureños continúan llegando a Ciudad de México, donde, según el último corte de las autoridades capitalinas, han llegado unas 1.200 personas, que descansan en un complejo deportivo en el oriente de la capital.
Otros 2.000 migrantes, procedentes en su mayoría de El Salvador, partieron la víspera de Sayula, estado oriental de Veracruz, hacia Puebla (centro).
Manuel González llegó a la capital en la tarde de ayer, como avanzada de esta tercera caravana. “Nos han dado comida, alojamiento, pasamos una noche muy fría, pero aquí estamos, gracias a Dios, y estamos esperando a los demás compañeros”, expresó a Efe.
Este salvadoreño confía en que pueda volver a agruparse con sus compañeros, porque juntos “nos sentimos con más seguridad, más que todo por los secuestros de los cárteles y eso”.
Tanto él como su esposa -sus hijos se quedaron en su país, para no correr riesgos- confían en llegar a Tijuana y, una vez allí, poder cruzar a EE.UU.
“Vamos a continuar hasta el objetivo, si Dios lo permite. Hacia adelante, no hacia atrás”, aseveró.
Una cuarta caravana, también de salvadoreños, está dividida entre los estados de Oaxaca y Veracruz. Se estima que la integran unas 1.800 personas.
En tanto, el Departamento de Defensa de Estados Unidos informó hoy que el secretario James Mattis viajará este miércoles a la frontera con México para conocer el estado de las tropas desplegadas en la zona, cuya misión es impedir la entrada al país de inmigrantes indocumentados.