POR HERGIT LLENAS
Se han dedicado muchos estudios sobre la maternidad y sus efectos, pero no tantos sobre la paternidad. No obstante, la ciencia está poniéndose al día y empezamos a entender las implicaciones que tiene el papá en la vida de sus hijos e hijas, aun durante la gestación misma y en la etapa formativa de la infancia.
Así, se ha encontrado que los críos se benefician de la presencia activa de su progenitor de muchas maneras. Una de ellas tiene que ver con el lenguaje. En vista de que la madre tiende a “bajar” el registro por empatía, haciendo la comunicación más asequible para sus hijos, los padres suelen emplear un tono más formal y directo. La exposición a ambos estilos expande el desarrollo lingüístico de los niños.
Además, a la hora de corregir, las madres se inclinan con más frecuencia hacia la negociación, el perdón o/y el consenso que hacía la rígida aplicación de la justicia, mientras que la figura paterna hace lo contrario. El papá imparte la disciplina basado en reglas y principios firmes. Como resultado, los hijos que gozan de padres involucrados corren menos riesgo de romper la ley y terminar encarcelados.
Para las niñas, los dividendos son todavía más maravillosos. La madre es protectora, teme al peligro. En contraste, el padre invita a correr más deprisa, a lanzar la pelota con más fuerza, a saltar más alto. Debido a la naturaleza competitiva y audaz del macho, las chicas aprenden de él a ser mujeres más seguras de sí mismas, más valientes y arriesgadas, mejor equipadas para expresar sus necesidades y con mayor capacidad para sostener relaciones sentimentales sanas con el sexo opuesto.
Las consecuencias se verifican en una reducción en la tasa de deserción escolar, mayor posibilidad de avanzar a posiciones de mando en sus carreras profesionales y -en general- una mejor relación interpersonal con los varones.
En la otra cara de esa moneda, se encuentra un hombre cambiado. Se ha probado que, al entrar en contacto con la niña -desde el mimo momento que un padre la carga entre sus brazos-, se produce una disminución en los niveles de testosterona y un aumento de otra hormona responsable de despertar la ternura. Los hombres que tienen hijas son más generosos y comprensivos, dicen los expertos. También, viven más tiempo y añaden: “por cada hija, se suman seis meses a la vida del papá”.
Para muchos millennials (nacidos entre1982-2004), la paternidad responsable, presente, activa es un tema de suma importancia. Encuestas recientes señalan que esta generación ha redefinido drásticamente el papel del padre y reportan estar más interesados en pasar tiempo de calidad con sus hijos que en escalar de puesto o producir más dinero, pues dicen recordar a sus propios padres como personas ausentes, caballos de trabajo sin tiempo para ellos.