SAINT PAUL, MN
Desde hace casi 20 años el programa “Puentes/Bridges” sirve de nexo entre productores de leche de Wisconsin y las familias de sus empleados mexicanos, en una experiencia singular que se refleja en las relaciones humanas y laborales de esa industria.
En visitas anuales, delegaciones de “lecheros” van a Veracruz y otros estados mexicanos a conocer a las familias, pueblos y ciudades de donde proviene parte la mano de obra que surte a la industria láctea estadounidense.
Una experiencia que le abrió los ojos a una realidad desconocida al productor John Rosenow, quien explota el establecimiento Rosenholm de Cochrane, a 10 millas del río Misisipi, en el oeste de Wisconsin.
“Lo que he visto y aprendido desde mi primer viaje me ha convertido en un mejor empleador, y en un mejor jefe”, declaró a Efe.
Rosenow ha visitado México más de 15 veces desde el 2001, el año en el que fue por primera vez junto a otros 15 productores que, como él, querían aprender algo de español.
Después de un curso de dos semanas en la ciudad de Cuernavaca, alguien tuvo la idea de visitar los pueblos y aldeas del estado montañoso de Veracruz de donde proviene la mayoría de los trabajadores de las granjas lecheras y conocer a sus familias.
La visita fue una sensación y hasta fue cubierta por los noticieros de la televisión local, porque era la primera vez que una delegación empresarial de ese tipo llegaba al estado.
Pero para Rosenow fue además una experiencia que le “abrió los ojos”, porque pudo ver de dónde provienen los migrantes que trabajan en los establecimientos rurales y entender “lo que motiva a estos jóvenes a dejar atrás a sus familias para enfrentar una lejana travesía en busca de una vida mejor”, dijo.
“Venimos de culturas diferentes, de formas diferentes de vida, pero nuestra ética de trabajo es la misma en las comunidades rurales”, señaló el productor, que dice haber aprendido a admirar la disciplina de sus empleados mexicanos.
En el crudo invierno de Wisconsin, donde los días son cortos y muy fríos, el trabajo con los animales es sucio y no atrae mano de obra local, por lo que los lecheros han apelado a los inmigrantes, en su mayoría indocumentados, que hoy son el 51 % del personal en todos las granjas lecheras de los Estados Unidos.
Rosenow tiene 20 empleados que lo acompañan en la tarea diaria de ordeñar 600 vacas y otras labores del establecimiento, de los cuales 10 son mexicanos con la particularidad de proceder todos del estado de Veracruz.
Esa procedencia es una coincidencia, dice, pero desde que recibió a su primer empleado, llamado Roberto Montalvo, hace 20 años, ha estado involucrado con tres familias diferentes de veracruzanos que han trabajado en su granja.
“Esas familias me han confiado a sus hijos, y todos ellos me han probado que aman lo que hacen, y lo hacen muy bien”, expresa.
Idea de la profesora de español Shaun Duvall, “Puentes/Bridges” se convirtió en 2003 en una organización sin fines de lucro para promover la cultura y el entendimiento.
Pero la idea inicial de aprender español por inmersión durante las visitas fue quedando de lado y los más de 150 empresarios del sector lácteo que han viajado desde entonces a varios estados mexicanos han aprovechado la ocasión para compartir alimentos, conversar sobre sus experiencias y darse cuenta de “lo mucho que tienen en común” con las familias mexicanas, dijo a Efe la directora de la ONG, Mercedes Falk.
“A pesar de las diferencias geográficas y culturales, la gente de campo tiene una estructura familiar similar, y una voluntad común de trabajo duro y lucha para superar las dificultades”, señaló.
Falk ha encabezado en los últimos años las visitas de tres delegaciones a Veracruz y Puebla, cada una con 10 lecheros, y ha sido testigo de momentos muy emotivos, cuando las familias envían cariños y saludos a sus hijos, hermanos y esposos a los que no han visto durante muchos años.
Rosenow recuerda que durante una de sus visitas, en medio del intercambio de abrazos y regalos, le presentaron a un niño muy tímido que tenía su nombre, John, homenaje de una familia mexicana al estadounidense que se ha convertido en una cara conocida en Veracruz.
El salario promedio en una granja lechera de Wisconsin es de 38.000 dólares anuales, con alojamiento, electricidad, calefacción, seguro médico y de accidentes.
Muchos de los inmigrantes vienen con la intención de trabajar unos años, para ahorrar dinero, construir una casa en México y regresar, aunque algunos se quedan a vivir de manera permanente.
La falta de papeles en regla podría ser un gran problema si el presidente Donald Trump cumpliera con su amenaza de deportar masivamente a los indocumentados.
Pero en Wisconsin, donde el 80 % de la producción de las centrales lecheras está en manos de inmigrantes, no lo ven posible, porque provocaría la quiebra de la mitad de los productores de un estado que depende de ese sector.
En opinión de Falk, son solamente bravuconadas del presidente, con “muchas palabras y poca acción”.