MINNEAPOLIS, MN
Podríamos decir que América ha sido una víctima eterna de la codicia del hombre blanco, y que se ha ido «acostumbrando» a ser pisoteada. Como lo señaló Eduardo Galeano:
«Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta».
Cada que el Imperio en turno (hoy los Estados Unidos, mañana quién sabe) se quiera meter a América Latina a «ayudar», los latinoamericanos no deben olvidarse de aquella «ayuda» que los europeos empezaron a brindar a los originales de estas tierras a partir de 1492.
Ante todo, América Latina hoy sigue siendo tan rica y tan abundante en recursos, que bien podría darle a todos sus habitantes todo lo necesario para vivir más que cómodos. No obstante, la maldición que iniciara en el siglo XV con el mal llamado «descubrimiento de América» sigue pasándole factura. Podríamos afirmar que América Latina ha sido gradualmente arrebatada de las manos de sus verdaderos dueños.
Pero, tendrá que llegar el día en que ya no haya potencia alguna, ni Banco Mundial, ni fondo Monetario Internacional, ni capital extranjero alguno, capaces de atar de manos y de pies a más de seiscientos millones de hombres y mujeres.
Entre más se agudice la desigualdad y más crezcan la pobreza y la población, vendrán más rebeliones y, con ello, no faltarán los esfuerzos de los latinoamericanos más valientes, quienes seguirán luchando por la libertad y la independencia para recuperar la América que, por derecho natural, a ellos pertenece.
México es hoy, con el inicio de la Cuarta Transformación, un ejemplo a seguir para otros pueblos de Nuestra América.