SAINT PAUL, MN
Coincidiendo con los cambios en la composición de la población que se han registrado en los últimos años, se ha observado también una serie de cambios en las formas en que las familias enfrentan el cuidado de los enfermos. Por ejemplo, en el pasado reciente, era común que una persona enferma permaneciera por largos períodos en los hospitales, si el caso así lo requería. También, era posible que una enfermera o enfermero se hiciera responsable del cuidado de los enfermos en casa de los mismos, ya fuera de forma temporal, por unas cuantas horas al día, o bien a cargo del servicio por 24 horas. Y esto era parte del común devenir en el cuidado de personas enfermas de la tercera edad.
En tiempos más recientes, la participación de los familiares de las personas mayores, que asumen la responsabilidad de cuidarles, se ha incrementado significativamente. Ello puede ser consecuencia, seguramente, de la crisis económica que el país ha vivido, impactando la capacidad adquisitiva de todos. En cierta forma, la sociedad estadounidense muestra un regreso a las prácticas comunes aun en países latinoamericanos, africanos y asiáticos, en donde esta responsabilidad forma parte de patrones culturales.
Con esta nueva práctica, también han surgido nuevas formas de garantizar que los pacientes reciban el cuidado que requieren. Así, los miembros de la familia que toman esa responsabilidad, tienen ahora que pasar por una serie de complicaciones, cuando asumen ahora tareas más complicadas que la simple observación de los pacientes, teniendo que desarrollar tareas más especializadas, que por lo regular han sido responsabilidad de enfermeras y profesionales con pleno entrenamiento. Un paciente que es autorizado a volver a casa y ahí continuar con su cuidado, tendrá que también contar con algún familiar que le aplique los medicamentos, mantenga heridas o cicatrices en buen estado de higiene, introduzca catéteres, etc. Desafortunadamente, y aun cuando estas tareas sean tan complejas, no existe ningún entrenamiento en el que puedan participar los familiares, que les permita estar seguros de asumir tan riesgosas responsabilidades.
Entre la comunidad latina, es muy común que, entre quienes viven en el vecindario, se encuentre alguna persona que traiga consigo un grado de médico de su país de origen. Viéndose impedidos para practicar lo que mejor conocen en este país al llegar como inmigrantes, estos médicos ofrecen ayuda a los familiares que tengan que cuidar de sus enfermos. Con la preparación que ellos traen de antemano, y dada la necesidad de que estos servicios sean prestados en casa, los médicos y enfermeras/os latinos, encuentran la posibilidad de servir a la comunidad, y en muchos casos, recibir algún reconocimiento en forma de estipendios u obsequios.
Organizaciones locales han estipulado la necesidad de incrementar la conciencia de una mejor salud entre la comunidad de adultos mayores Hispanos. Entre estas organizaciones se encuentra UCare, quien a través de diferentes programas, ha fomentado la salud física y mental de las personas de la tercera edad.
Sin embargo, no en todos los casos se cuenta con un vecino que nos pueda auxiliar. Y eso ha sido destacado por Susan Reinhard, vicepresidenta del Instituto de Política Pública de AARP, en un reporte reciente de una investigación sobre el caso. Se resalta el caso en el que los esposos o esposas sean quienes tomen la responsabilidad del cuidado de la pareja, estando ellos mismos enfermos, e imposibilitados para servir apropiadamente.
Este recurso para los adultos mayores, el AARP, cuenta con un centro para el cuidado de enfermos en el hogar, en el cual ofrecen apoyo de expertos, y entrenamiento para los familiares que habrán de asumir la responsabilidad. En su sitio de internet se puede encontrar un número de asistencia en el que se ofrece el servicio en español (1.888.971.2013), además de otros recursos para apoyar el cuidado de enfermos en el hogar.
