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AUN NO ESTA AQUI, PERO LA PRIMAVERA HA LLEGADO

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A lo largo del año, ocurren cuatro fenómenos que se colocan como punto de inicio de un nuevo ciclo.

SAINT PAUL, MN

Existen miles de formas de hablar de las estaciones climatológicas. Son cuatro, y todas ellas tienen algo que les caracteriza. Desde el “vestido blanco” (que hoy vimos mayormente ausente), que nos indica encontrarnos en invierno, al nacimiento o renacimiento de lo verde, como una vida que retorna, al colorido de las hojas de los árboles al prepararse para caer de las ramas, sin olvidar el tiempo de ir a las playas y gozar los asados en el parque o en nuestros patios.

En muchos casos identificamos el arribo de cada una de las estaciones en los días precisos, o aproximados. Muchos de nosotros recordamos, o imaginamos, ver brincar a Bambi con Tambor el 21 de marzo, cuando la primavera arribaba con la promesa de renovación y permanencia. Pero poco sabemos, sin embargo, cuáles son los parámetros que determinan la división de las cuatro estaciones.

A lo largo del año, ocurren cuatro fenómenos que se colocan como punto de inicio de un nuevo ciclo. Desde ciertas perspectivas, estos ciclos son referentes de los mismos ciclos agrícolas. Estos referentes son cuatro: dos solsticios, y dos equinoccios. Los solsticios indican el punto en el que los días cambian en su longitud, siendo el solsticio de invierno, el día más breve del año, dando paso a la llegada del invierno astrológico, usualmente el 20 o 21 de diciembre, sin descartar su ocurrencia en días como el 22 o incluso el 23. El verano comienza con el solsticio de verano, el día más largo del año, y con ocurrencia el 20 o 21 de junio.

Los equinoccios, que son dos, se refieren al momento del año en el que el sol se situa en el plano del ecuador terrestre, y que supone que la longitud el día es la misma que la noche (12 horas cada segmento), y son los de otoño, 22 o 23 de septiembre, y de primavera, 20 o 21 de marzo. Para culturas agrícolas, el equinoccio se presenta como un anuncio de que los preparativos de siembra deben comenzar, en primavera, o prepararse para la cosecha, en otoño.

En México, y tan solo hace aproximadamente 10 años, el templo del sol en Teotihuacán, a la par que el Castillo en Chichén-Itzá en Yucatán, se popularizó la celebración del equinoccio, bajo la idea de que son centros ceremoniales prehispánicos construidos para la celebración de esta fecha. Así, se han realizado rituales encaminados a “cargar energía” al ascender a la cima de los templos, acción que fue publicitada con furor, provocando que más y más gente acudiera a dicha concentración, con el riesgo de dañar patrimonios culturales de reconocimiento mundial.

Recientes estudios afirman que no existe ninguna evidencia de que esto ocurriera entre las culturas prehispánicas, y antes bien los templos tendrían carácter de observatorios, a fin de registrar los fenómenos astrológicos.

Lo cierto es que la primavera llega en el hemisferio norte (en tanto el otoño hace lo propio en el hemisferio sur), con la esperanza de que el frío se habrá marchado para no volver, al menos hasta que llegue el solsticio de invierno, el próximo mes de diciembre. Con ello, la alegría, en las zonas más septentrionales, de ver los rostros de vecinos y amigos con una sonrisa, ausente por tantos meses en los que solo salíamos por necesidad de nuestros hogares. Es también momento para dejar de confiar en que el hielo que aun cubre la superficie de los lagos es suficientemente fuerte, y evitar ir a pescar.

 

Primavera que pronto llega. Bienvenida la PRIMAVERA! 


 


 


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