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BRILLA UNA SUPERESTRELLA DE NOMBRE JESUS EN EL ORDWAY DE SAINT PAUL

Una Súper Estrella de nombre Jesús en el Ordway

SAINT PAUL, MN
Corrían aquellos años en los que se acercaba el fin de la guerra de Vietnam. Cuando Richard Nixon comenzaba a vivir los antecedentes que lo llevarían a renunciar a la presidencia, como consecuencia del Watergate.

Era también el tiempo en el que la juventud estadounidense criticaba el estilo de vida “americano” y proponía la creación de comunas. Cuando Jannis Joplin, se erigía como ícono de la protesta al morir, en octubre de 1970, debido a una sobredosis. Cuando sonaban estruendosamente Jefferson Airplane o Jimi Hendrix, o bien Johnny Winter o el mismo Bob Dylan y Joan Baez. Cuando Frank Zappa proponía nuevos acercamientos musicales para alejarse del statu-quo. Y junto con él, surgían en las tiendas discos de Sweat and Tears, Boston, Kansas…

Eran años en los que las producciones musicales de Broadway parecieran declinar, y de pronto llegan Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, quienes retoman el clásico góspel que daría cuenta de los últimos días en la vida de un tal Jesús, que, de acuerdo con una tradición religiosa, profesaba una fe que no era aceptada por ser disruptiva, que cuestionaba el statu-quo y que para muchos podría haber significado un cambio social radical. Con esa premisa, Lloyd Weber y Rice musicalizan la historia, con ritmos que podrían incluso ser atribuidos a Jefferson Airplane, y que convocan a repensar la historia del góspel, empleando formas y modos que puedan ser abrazados por una juventud que cuestiona.

La propuesta presentada en el Ordway es muy balanceada, con dos actos que, tal y como en la versión original, son opuestos, y complementarios.

En el primer acto, se contextúan los años de vida previos a los últimos siete días. A partir de ahí, la historia nos lleva por los hechos que se van juntando, incluido el debate en los califatos y las dudas de Pilates para finalizar con la traición de Judas Iscariote. Toda la historia contada con canciones, con excelentes ritmos y la destacada guitarra eléctrica de David Singley, que suena y suena bien.

Las voces de Jesse Nager, interpretando a Jesús de Nazareth, de Lauren Villegas, como María Madgalena y de Rahndy Schmeling, como Judas se presentan sobrias, generando un ambiente entre solemne y redentor.

Destaca, sin duda, la interpretación de Villegas al preguntarse cómo amar a Jesús, si le ve como un hombre quien predica ser un Dios.

El segundo acto nos lleva a lo largo de interpretaciones poderosas, explosivas y acogedoras. La representación de la Última Cena es intensa, y abre el ambiente para procesos de duda, de cuestionamientos profundos a un Dios, a un individuo y a sí mismos. Judas se arrepiente de su acción, en tanto que Pilates decide lavarse las manos para no asumir ninguna responsabilidad en la muerte de un hombre que se presenta riesgoso al statu-quo.

En este segundo acto, Herodes nos obsequia con un enorme segmento cómico e intenso, al estilo de los 1970s, antecedido por Jesús, antes de su arresto, preguntando si ese Dios que defiende es en realidad piadoso o simplemente ajeno a la humanidad.

Luego de la crucifixión y la simbólica resucitación de Jesús, como corolario al suicidio de Judas Iscariote, la obra cierra magnífica, con la compañía interpretando Jesucristo Súper Estrella, con ritmo de hip-hop y bailes intensos, invitadores a insertar esta obra en estos tiempos, en los que ya no se busca a esos jóvenes que protestaban a principios de los 1970s, sino a toda una comunidad que transita por tiempos difíciles, con eventos que conmueven y que sin duda, como sugiere la obra misma, cuestionan al statu-quo que hoy deja fuera a millones de personas.

Una obra bien puesta, que cumple que entretiene, y que obliga, incluso sin desearlo, a la reflexión profunda en la busca de una nueva Súper Estrella. Ordway la tendrá en escena hasta el 30 de Julio.



 

 


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