MINNEAPOLIS, MN
Casi son dos años los que han de transcurrir hasta el 1 de abril del 2020, cuando se realizará el conteo de población más importante en los Estados Unidos. Los preparativos se encuentran en marcha, y este 2018 se han desarrollado, y continuarán desarrollándose, una serie de pruebas para verificar la calidad de la información que será captada en dos años.
Ya desde el año anterior, el 2017, se han desarrollado diversas actividades a nivel estatal y federal, a fin de establecer la mejor estrategia que permita a los responsables el contar a la mayor cantidad de población en el país. Una práctica que es generalizada en el mundo entero, y que resulta crucial en muchas formas.
Desde la planeación económica, hasta las proyecciones políticas, pasando por las diversas estimaciones derivadas de la información colectada, el censo es una fotografía que permite identificar las características fundamentales de una población.
Hoy, la preparación del censo de 2020 cobra especial relevancia, habida cuenta la sistemática negativa de ciertos grupos de la población en los Estados Unidos que se ha manifestado abiertamente en contra del cuestionario censal, y en particular en contra de lo que se ha identificado como “la forma larga”, o bien la encuesta de la comunidad americana (ACS por sus siglas en inglés).
Dentro de los argumentos empleados, para algunos el cuestionario de la ACS es “violatorio” del derecho a otorgar información, y se ha llegado a plantear en el congreso que se cancele dicho ejercicio. Igualmente, el gobierno federal ha reducido significativamente el monto asignado para la realización del censo, pese a que públicamente ha anunciado un incremento de 2 mil millones de dólares. Y es que, dado el incremento de la población estimado, el monto asignado queda corto en cerca de 260 millones de dólares de lo estimado para la realización del conteo completo.
Para los especialistas en materia demográfica, el censo de 2020 habrá de poner en evidencia la tendencia que se ha manifestado entre la población estadounidense, a ser más diversa racial y culturalmente. Una situación en la que las llamadas “minorías” poblacionales, habrán de rebasar, en conjunto, a la “mayoría” de la población de raza blanca.
Y precisamente por ello cobra mayor relevancia que el censo se desarrolle de la mejor forma posible, habida cuenta que esos grupos diversos de población tienen necesidades diversas y distintas a las de la aun considerada mayoría blanca. La planeación estatal y federal, para los próximos años, depende de contar con una fotografía precisa de la distribución de la población, incluyendo características como edad, género, raza o etnicidad, niveles de ingreso, y muchas otras variables.
Asimismo, la determinación del número de legisladores que representen a cada estado, toma como base el volumen de población de los mismos, por lo que el resultado del conteo censal se convierte en un elemento político crucial en la definición del futuro del país.
Además de quienes consideran que el censo es una invasión a la privacidad, hay quienes argumentan que dicho ejercicio podría afectar a grupos específicos de población, al ser estos vulnerables y expuestos a las acciones legales que puedan ejercerse en su contra.
En particular, las comunidades de inmigrantes se ven a sí mismas como potenciales objetivos de la policía migratoria en caso de ser contados.
Ello no debiera ocurrir, habida cuenta que el conteo poblacional no tiene ningún vínculo con ninguna agencia de aplicación de la ley, y antes bien sirve a efectos de planeación y proyecciones a futuro, para mejor servir a las diversas comunidades. Grupos diversos, que trabajan igualmente con diversas poblaciones, se han sumado al llamado a responder a los cuestionarios censales, con toda la honestidad posible, a fin de que se cuente con datos confiables que sirvan a las mejoras que la sociedad demanda.
En este 2018, las actividades en torno al censo del 2020 se habrán de incrementar. Participa y contribuye a tu comunidad, a fin de que estemos mejor informados.