GOLDEN VALLEY, MN
Sentirse feliz todos los días es la meta del ser humano, sin embargo, definitivamente hay días buenos y otros no tanto.
Tocar el tema de la felicidad, preocuparnos por encontrar la manera de sentirnos en ese estado mental y espiritual, puede parecernos frívolo, narcisista y hasta egoísta. Pareciera ser que es un estado cambiante y que nuestra tarea es crear estrategias para incrementarla ya que los adultos, mientras más obligaciones adquirimos, más mermamos esa oportunidad de sentir bienestar. Nos preocupan infinidad de cosas y pensamientos negativos se convierten en patrones de conducta y hasta malos hábitos.
Según estudiosos del tema cada persona trae consigo genéticamente un nivel establecido de felicidad, la cual aumenta y disminuye de acuerdo a los sucesos. De allí que algunas personas parezcan más positivas que otras. En lo personal y sin lugar a dudas las acciones bien enfocadas y de buena voluntad, nos llenarán de energía positiva y felicidad. Es indescriptible lo que se siente al actuar bien y el efecto que causa en otras personas, inspirador. Ahora bien, según conclusiones a los estudios, si estas acciones se realizan con frecuencia, la misma persona las percibirá como obligación y dejará de sentirse feliz por llevarlas a cabo. En otras palabras, perdemos la sensación de felicidad cuando las cosas que en algún momento fueron espontáneas, se vuelven rutinarias.
Lo importante entonces, es estar conscientes del objetivo que tenemos y del beneficio que estamos causando en otras personas.
Ser menos sedentarios también contribuye en una buena parte a mejorar nuestro estado de ánimo. Por lo tanto, cualquier actividad física elevará nuestros niveles de felicidad.
Si de repente nos sorprendemos haciendo comparaciones sobre la vida de otros y nuestros resultados, estamos inclinándonos hacia el otro lado de la balanza, la infelicidad. Un factor importante que causa este efecto es el consumismo. Cuántas veces no se experimenta un nivel de frustración y ansiedad al no poder adquirir un bien que se desea? Pero los infelices superan esta etapa al ver que a otros les va peor, o como lo afirma un término alemán “la alegría ante la desgracia del otro” en lugar de “la alegría ante el éxito del otro”.
Pero somos humanos y con un poco de atención a nuestras actitudes podremos aumentarle más potencia a nuestro nivel de felicidad natural con el que hemos nacido, sin olvidar que la familia nos provee de una felicidad sana. Dediquemos entonces esos minutos en la mesa para apagar la televisión y cualquier dispositivo electrónico que nos distraiga y disfrutemos de ese preciado momento que da una sensación de seguridad, de bienestar y que va a sumar felicidad a nuestro día.
