SAINT PAUL, MN
Entre los más comunes males de la era contemporánea, se encuentra la obesidad. Una enfermedad que se asocia con muchísimo con la apariencia o el peso de los individuos, mas que con el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes, enfermedades del corazón y daños irreversibles a diversas funciones fisiológicas. Sin embargo, al desarrollar tratamientos para combatirla, muchos médicos no se encuentran adecuadamente preparados para reconoces las razones individuales por las cuales se adquiere dicho estado. Lo que es peor, es que esta falta de conocimiento puede resultar en la implementación de intervenciones que habrán de fallar.
Por lo que se refiere al peso con que se cuenta al acudir al médico, la restricción de ingesta calórica puede disparar diversas adaptaciones biológicas diseñadas para prevenir el padecer de hambre. Dichos procesos de adaptación pueden traducirse en minimizar el efecto a largo plazo de los cambios de patrones de vida en la mayoría de los pacientes de obesidad, especialmente en un sistema que promueve el consumo de altas cantidades de energía. En otras palabras, una vez que se ha llegado a estados avanzados de obesidad, el cuerpo se encargará de proteger al individuo.
Evidencias científicas sugieren que esas adaptaciones biológicas pueden llegar a mantenerse indefinidamente, incluso aun cuando una persona haya adquirido un índice de volumen corporal a partir de la pérdida de peso inducido en el cambio de conducta alimentaria y de ejercicio. Así se destaca en el artículo publicado por The Lancet Diabetes & Endocrinoly de febrero 11 de este año, presentado por Christopher N Ochner y otros, del Centro de Salud Adolescente Monte Sinaí, en Nueva York. Los hallazgos presentados parecen cuestionar el mantra que médicamente se aplica para curar la obesidad de “come menos y muévete incluso más”.
Mucha gente con obesidad puede perder peso por algunos meses, pero 80% a 95% de ellos recuperan su peso eventualmente. Dicha evidencia es desalentadora, pero tiene su raíz en el patrón de consumo que se inculca a los ciudadanos, y que aun cuando se promueva el cambio de hábitos, muy frecuentemente actúa como limitación para que ello ocurra en forma permanente. Además, como se mencionó, es necesario reconocer qué elementos individuales actúan como definidores de quienes desarrollan obesidad.
“Aun cuando las modificaciones en el estilo de vida puedan traducirse en la pérdida de peso en individuos con sobrepeso, entre aquellos que tienen obesidad crónica, el peso corporal parece encontrarse biológicamente “estampado” y por lo tanto el cuerpo lo defiende,” señala el primer autor Ochner. “Por lo tanto, la sugerencia actual de comer menos y hacer más ejercicio puede no ser mucho más efectiva para la mayoría de los individuos con obesidad que lo que es una recomendación de evitar objetos filosos a quien puede sangrar profusamente.”
Los autores sugieren que si la intención es la que la pérdida de peso tenga efecto en el largo plazo, al menos algunos de los factores biológicos señalados deben ser tratados. Sin embargo, las intervenciones biológicamente diseñadas en la actualidad son limitados, y las drogas anti-obesidad son las que prevalecen, así como la cirugía de estómago, el bloqueo de nervios intra-abdominales, ninguno de los cuales corrigen permanentemente los factores biológicos que minimizan la pérdida de peso.
En el artículo, los autores presentan una serie de recomendaciones para prevenir y tratar la obesidad, remarcando sus observaciones como poner atención a medidas de prevención entre pacientes con sobrepeso; atender las opciones de estilo de vida y monitorear el progreso de cada paciente y ajustar la estrategia cuando sea necesario. El estudio se puede consultar en el sitio http://dx.doi.org/S2213-8587%2815%2900009-1 .