MINNEAPOLIS, MN. Por Gustavo Borges.
Aunque sus números con la selección mexicana son mejores que los de sus antecesores, el colombiano Juan Carlos Osorio es para varios medios una especie de necio de barba rala al que, cuando le va bien, califican de genio incomprendido.
De sus primeros 47 partidos, Osorio ganó 31, empató nueve y perdió siete. En la eliminatoria de la Concacaf para el Mundial de Rusia dominó a su antojo y en la Copa Confederaciones trató de tú al campeón europeo Portugal, pero fue insuficiente. Sus triunfos fueron minimizados y sus reveses exagerados.
A menos de dos semanas del Mundial, Osorio vive entre verdades a medias. Es blanco de dardos porque en 47 juegos ha comenzado con 47 alineaciones distintas y cambió de posiciones a varios jugadores. Sin embargo, hasta los hinchas medio informados saben el nombre de siete u ocho de sus titulares y eso nadie lo dice.
La imagen de Osorio, quien viaja hoy a Europa para el Mundial, no vende porque es educado y eso no genera morbo, alimento de las portadas en parte del periodismo de hoy. Además su pose asemeja más a un erudito en matemáticas que a un entrenador y es tolerante con las críticas, lo cual apaga las polémicas.
Osorio habla de fútbol como si fuera una ciencia exacta y así le da material a sus enemigos, algunos de los cuales se quedan en el limbo cuando el estratega diserta sobre los rombos en sus alineaciones o se refiere a un jugador como un volante mixto interior con zurda con buena distribución en largo con alejados y buena relación con próximos y con intermedios.
Después de 10 victorias seguidas, entre ellas un 1-0 ante Chile, campeón de América, el 18 de junio de 2016 los chilenos se vengaron con una goleada de 7-0 la Copa América. Ahí empezó una campaña para despedirlo.
¿Es consecuencia de un planteamiento técnico una goleada por siete goles en el fútbol actual o está relacionada en parte con la actitud displicente de los jugadores?
Los críticos no se preguntaron eso. Pidieron su cabeza y desde ese día el estratega debió soportar críticas caídas como cataratas.
La segunda derrota del entrenador fue mayo del año pasado en un amistoso con Croacia en el que desde antes advirtió que el resultado era lo de menos y si bien la tercera, un 4-1 ante Alemania en la Confederaciones, resultó escandalosa, fue ante el campeón mundial.
Tres días después sufrió la cuarta, en la disputa del tercer lugar del torneo ante Portugal. Si bien fue en un partido que debió ganar, el resultado técnicamente fue un empate 1-1 y México perdió porque fueron necesarios tiempos extras para decidir un ganador.
En junio cayó ante Jamaica 0-1 en la semifinal de la Copa Oro que jugó con un segundo equipo y en octubre fue superado 2-3 ante Honduras en el último juego de la eliminatoria, de trámite porque hacía rato México estaca clasificado.
Este año México volvió a perder con Croacia, otra vez en un amistoso cuyo resultado tuvo una importancia igual a cero. Pero algunos se le fueron a la yugular, entre ellos Ricardo La Volpe, Hugo Sánchez y Miguel Herrera, antiguos entrenadores del equipo.
Aunque más que incomprendido quizás es caprichoso, tal vez las críticas no sean nada personal y el problema sea que Osorio y sus verdugos tienen una manera diferente de ver el fútbol.
Por ejemplo el día del sorteo de Rusia 2018 el entrenador deseó que le tocara en el mismo grupo Alemania, Argentina, España u otro rival grande, mientras en la acera de enfrente el ambiente predominante fue de oración para que el “tri” jugara contra equipos de clase media para abajo.