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Y CUANDO DESPERTO, EL MOUNSTRO SEGUIA AHI…

Existen 917 grupos en activo que se forman con base en discursos de odio, de resentimiento y de exclusión. – Fotografía por WSTP.

SAINT PAUL, MN

Y, cuando despertó, el monstruo seguía ahí… 

Y proclamaba, como hace 300, 200, 100, 50 años, que existe una raza, un grupo humano, superior, y que debe “retomar” su sitio en la historia. Que no ha sido suficiente la suma de años de esclavismo, de discriminación, de radicalización como la que ha tenido lugar en la Alemania de 1936 al 45; que no bastó para ellos la aniquilación de millones de personas en el mundo entero, bajo la premisa de una cierta, cuestionable e improbable superioridad.

Así, parafraseando al hondureño, por nacimiento, guatemalteco, por adopción, y latinoamericano por su obra, Augusto Monterroso, con su cuento más largo (El dinosauro), hemos despertado a una realidad abrumadora, devastadora, que siempre ha estado aquí. Una realidad que hemos pretendido, deseado, negar, pensando que vivimos en un mundo liderado por un país, un cierto país, en el que la manifestación de lo racial es cosa de historia. Pero no es así, nunca lo ha sido. 

Hoy, en este país existen 917 grupos en activo que se forman con base en discursos de odio, de resentimiento y de exclusión.

De ellos, 10 se mueven y conviven en Minnesota. A lo largo del estado, como todos los más de 900 en todo el país, estos grupos actúan por todo el territorio. Y han tenido ya espacio en la prensa, cuando en la Universidad de Minnesota han aparecido expresiones antisemitas y anti-inmigrantes, que han encontrado cobijo bajo el discurso de “libertad de expresión” entre autoridades, y más particularmente por parte del mismo presidente de la institución educativa. 

Han estado ahí, siempre, en ocasiones más visibles, otras guardando silencio. Muchos de sus miembros incluso compartiendo espacio en un restaurante o una cervecería cuando uno ha estado ahí. Difícil de saberlo, sin embargo. Sin embargo, desde que el hoy presidente de este país iniciara su campaña para ocupar el cargo que hoy presume, esos grupos se han sentido con mayor poder. Con autoridad suficiente para salir a las calles y demandar la implementación plena de políticas y acciones basadas en ese recurrente discurso de la superioridad. Y, en gran medida, alimentados por las propuestas políticas del presidente, quien día con día parece más alineado con esas acciones.

Hoy, que hemos despertado, debemos estar también seguros de que no sólo es Charlottesville en Virginia, donde esto ha de ocurrir, habida cuenta la complejidad de la compleja red de grupos que esperaban con ansia un presidente como lo es Trump, y que hoy buscan encontrar esos puntos de confluencia en sus acciones y devenires, que hasta hace muy poco les habían mantenido apartado. 

La situación se complejiza más, cuanto más la pensamos. Como Latinos, nos encontramos en este país sin mucho espacio para movilizarnos y protegernos. Somos inmigrantes y somos diferentes.

No somos aquellos irlandeses o alemanes que sufrieron a finales del siglo XIX de la exclusión por sus lugares de origen. Muchísimas ocasiones estamos a disposición de las interpretaciones que de las leyes tengan las autoridades, y peor aún si quienes la implementan tienen incluso un mínimo sentimiento anti- (inmigrante, latino, hispano…). 

Adicionalmente, nos encontramos divididos, con grupos de nosotros que creemos estar a salvo de una discriminación con base a discursos supremacistas, y olvidamos que incluso millones de judíos habrían pensado lo mismo al estar bien posicionados económicamente. Olvidamos que en ese período, en Europa (pero en Estados Unidos también), millones de personas que pensaban diferente, siendo blancos o arios, prefirieron guardar silencio a fin de preservar sus vidas. En ese entonces, como será hoy, muchos optarán por aprovechar el “privilegio de ser  blancos” a fin de mantener su status. 

Es tiempo de no guardar silencio.

De conversar de esta nueva, vieja, realidad, y de comentarlo abiertamente con quienes tantas ocasiones se han manifestados como “aliados” de las comunidades diversas. Es tiempo de que seamos también capaces de abrazar la multiculturalidad que nos caracteriza, y que se expresa con la interacción cotidiana que tienen nuestros hijos, y nosotros mimos, con muchas otras culturas que buscamos convivir y aprender unos de otros. Es hora ya de vernos unos a otros como una comunidad compleja, diversa y rica, que puede generar mecanismos de protección para todos sus miembros, y con ello evitar que quienes promueven la violencia y el odio como premisa, no puedan obtener mayor poder. Es tiempo de dar sentido a la historia y evitar que como raza humana repitamos los mismos errores que han costado tanto. Es tiempo de que podamos ir a dormir y despertar sabiendo que el monstruo ha dejado de tener el poder de provocar temor entre nosotros. Es tiempo, en fin, de ser eso, nosotros.


 

 
 


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