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CUANDO LA OTRA ES EL NEGOCIO

Cuando ‘la otra’ es el trabajo

MINNEAPOLIS, MN,  Por la Dra. Nancy Alvarez. 

Existen muchas formas de adicciones. Muchos piensan que solo podemos desarrollar adicción a las drogas, a la pornografía y a los juegos de azar. Sin embargo, también podemos ser adictos a la comida, a las personas, a las compras ¡y hasta al trabajo!

Los adictos al trabajo no pueden dejar de trabajar. Se descuidan física y psicológicamente, viven en una carrera constante porque no pueden “perder el tiempo”. Su trabajo es una actividad compulsiva y obsesiva que les lleva a desplazar otros intereses y obligaciones personales, familiares y sociales.

Esta situación afecta profundamente a la pareja, la sexualidad ¡y a los hijos! A los adictos al trabajo les cuesta mucho descansar pues para ellos el trabajo es algo más que una fuente de ingresos o una actividad que aman y necesitan para satisfacer una opción vocacional. Este profundo descontrol llega a cumplir los criterios para diagnosticar una adicción; la falta de “su dosis” los desestabiliza, los pone de mal humor y los torna ansiosos.

La adicción al trabajo es tan peligrosa como la adicción a las drogas.

Cuando llegan las vacaciones, los adictos al trabajo ni disfrutan, ni se divierten y no buscan el bienestar. Se sienten perdidos sin el corre y corre de la oficina y se aferran a su computadora o al teléfono para seguir “trabajando”. En fin, no pueden desconectarse.

Si su pareja es adicta al trabajo ya sabe cómo serán sus vacaciones. Siempre lleva consigo algún material relativo al trabajo (como apuntes, documentos o lecturas), se dedica a resolver problemas laborales, se siente cada vez más inquieta por no estar en el estrés laboral y suele finalizar las vacaciones antes del plazo previsto.

En el fondo, el adicto al trabajo le teme a encarar sus problemas, enfrentar lo que pasa en su vida y en su familia y en sus relaciones significativas.

Si su pareja es así, preste atención a estas señales de alarma. A la larga, esta adicción afecta la salud. Los trabajadores compulsivos pierden el sueño, se les altera el apetito e incluso la actividad sexual y buscan excusas para relacionarse con alguna tarea, ya sea llevando trabajo a su hogar o saliendo de su casa para buscarla. Poco a poco, abandonan las cosas que disfrutaban y solían hacer, también a sus amistades y familia (pareja e hijos) sufriendo ambos el impacto de esta adicción.

Muchos se refugian en esta adicción para olvidar un amor, para no enfrentar un matrimonio que no funciona, traumas de la infancia, un duelo mal resuelto y un gran ETC. Recuerde lo que dijo Freud, el padre de la psicología: ‘El que no ama, trabaja y se divierte, termina mal de la cabeza’. Yo le añadiría que termina solo y haciendo que los que ama, se sientan abandonados.

Además, terminan enfermos, “quemados” por el estrés excesivo, sin creatividad, sin motivación y enfermos tanto física, como emocionalmente. Piénselo, si le pasa esto, necesita ayuda de un buen terapeuta.



 


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