SAINT PAUL, MN
En la tradición mexicana, la figura de Juan Diego ha adquirido dimensiones inconmensurables. Su estatura es cada día mayor, acaso comparado con la de las figuras de quienes han liderado movimientos de independencia y revolución, que han contribuido a forjar la identidad del mexicano. Y sin duda la estatura de Juan Diego pueda llegar a ser comparable a la de Simón Bolívar. Pero acaso no, pues dicha estatura es solo accidental, como lo fue su entrada en las tradiciones religiosas de México y toda América Latina.
Cuenta la leyenda que siendo un día sábado, a principios de diciembre del año 1531, este indígena mexicano, Juan Diego, de quien ignoramos su afiliación étnica, se dirigía a sus clases de catecismo y a escuchar misa. Cuando pasaba a las faldas del cerrito del Tepeyac, sigue la leyenda, escuchó una voz que le llamaba por su nombre. Intrigado, Juan Diego subió a la cima, donde vio a una mujer sumamente hermosa, con un vestido brillante quien le dijo:
“Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo… Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon todo tu esfuerzo.”
La historia, sin mucho respaldo documental, señala que el Obispo no creyó en Juan Diego, hasta que éste volvió con María y ella le envió la evidencia de que en efecto había hablado con él con una imagen estampada en el manto en el que ella había pedido a Juan Diego que pusiera unas rosas que crecían en el cerro del Tepeyac. Fue Fray Juan de Zumárraga quien recibió y validó el mensaje, y comandó la construcción de una ermita en el sitio de la aparición.
El papa Pío X proclamó a la aparición como “Patrona de toda la América Latina”, en tanto que Pío XI la llamó “de todas las Américas”, Pío XII “Emperatriz de las Américas” y Juan XXIII “La Misionera Celeste del Nuevo Mundo” y “La Madre de las Américas.” Con esto, se inició la construcción de la Basílica, a los pies del cerro del Tepeyac, en la Ciudad de México, y hoy, incluso en su versión más contemporánea, alberga una ola de peregrinos, que se cuentan en decenas de miles, que cada 12 de diciembre llegan a adorar a la Virgen de Guadalupe. Una fecha que se celebra en todo el mundo, por parte de mexicanos y gente latina que ha abrazado el mensaje entre la grey católica.
En Minnesota no se da la excepción, pues al contar con más de 300 mil habitantes de origen latino, se organizan año con año una serie de celebraciones en iglesias, parroquias, en la basílica y en la catedral; además de llevarse a cabo celebraciones en lugares públicos como plazas, en restaurantes y en supermercados.
Unete a las celebraciones para La Virgen Morena.