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DE DEPORTES Y OTROS DEMONIOS: LA LECCION DE VIDA DE ALI

El Mas Grande
El boxeo de hoy no aprendo la lección de vida de Ali

BURNSVILLE, MN

Hermelinda, mi abuela paterna tenía dos aficiones que me compartió cuando era niño, el boxeo y los caballos. Sobre el boxeo, mi abuela era una fanática y recuerdo con gran entusiasmo aquellos sábados por la noche cuando las interminables funciones de box llegaban hasta casi la medianoche. Ella me platicaba de las hazañas de Raúl ‘Ratón’Macías, José ‘Pipino’ Cuevas, y Rubén ‘Puas’ Olivaresgrandes boxeadores mexicanos de época; pero quizá al que más admiró fue a Salvador Sánchez, inclusive después de la trágica muerte del pugilista nacido en el Estado de México, mi abuela dejó de ver el box por algún tiempo. Sin embargo, pese al cariño que le tenía a los boxeadores aztecas siempre se le iluminaban los ojos cuando hablaba de un tal Ali, al que se refería como un boxeador colosal, con un físico imponente y una rapidez fulminante. Mi abuela Hermelinda, me mencionaba constantemente de una pelea que Ali protagonizó y que había cambiado por completo su visión acerca del boxeo, esa contienda había sido en África y fue maravillosa e inolvidable, insistía mi abuela. No me dio más datos, ni siquiera me dijo quien había sido el rival, mucho menos, detalles de la vida de aquel famoso Ali.

Yo tenía alrededor de 8 años cuando mi abuela Hermelinda me transmitió la pasión que ella sentía por el boxeo, con extensaspláticas llenas de emoción y de perfecto conocimientopugilístico que hicieron que despertara en mí un gusto exquisito por este fino deporte, amado por muchos y criticado por otros. Pasado el tiempo supe con más lujo de detalle quien era aquel afamado Ali. Mi abuela se refería a Cassius Marcellus Clay,quien posteriormente por cuestiones religiosas cambiaría su nombre por Muhammad Ali.

Poco a poco me adentré en el mundo de Muhammad Ali, en ese mundo de épicas batallas, donde destacaron aquellas como la que tuvo frente a George Foreman (pelea a la que me abuela hacía alusión, disputada en Kinshasa, Zaire, en 1974) los dos duelos contra Sonny Liston, el impresionante knockout a Joe Patterson, sus contiendas con Ken Norton, y la maravillosa trilogía con su acérrimo rival Joe Frazier. Pero más allá de aquellos combates memorables, lo que más me dejó huella e impresionó fue la propia vida de Muhammad Ali, sus ideales y convicciones. Además, su decisión a negarse tajantemente a participar en la guerra de Vietnam, sabiendo que tendría quepagar un precio muy alto puesto que el Gran Jurado Federal de los Estados Unidos lo acusó de desertor. Fue arrestado por evadir su responsabilidad con el servicio militar, lo despojaron del título mundial de pesos completos y su licencia como boxeador quedó suspendida poco menos de 4 años. Ali, alegó con un profundo resentimiento hacia su nación y con pleno rechazo a combatir en Vietnam con las siguientes palabras: “Ellos nunca me llamaron negro, nunca me trataron mal, nunca me robaron.”EMT_SUMMER_300x250__BW_01

Sus años de suspensión los dedicó a pelear en otro cuadrilátero, el del activismo social. Luchó como activista a favor de la reivindicación de los derechos civiles de la minoría negra en una época donde el odio racial se esparcía en gran parte de los Estados Unidos. Muhammad tenía una personalidad inigualable, un carácter a prueba de toda adversidad, y junto a su incansable lucha social, hicieron que el boxeador también tirara golpes en otro ring, en el que habitaba la injusticia y la desigualdad.

Mucha gente dice que ha sido el mejor boxeador de todos los tiempos. Sin embargo, su vida y su legado abren una brecha incomparable con el resto de todos los pugilistas de la historia. Y, al menos, desde la inocencia de los recuerdos de aquel niño al que Hermelinda le contaba historias de box, el será también El Más Grande.

Otros Demonios…

Ese mundo decadente del boxeo que ahora se rinde ante la sensible muerte de Muhammad Ali, debería de tener vergüenza y un poco de dignidad. Debería de seguir el ejemplo de ideales y convicciones como las que tenía Ali y dejar de ser ese negocio podrido por los intereses de los promotores, dejar de ser ese deporte de campeones comprados, ese trampolín para que hijos de boxeadores simplemente ensucien el nombre de sus padres, dejar a un lado a esos pugilistas que tienen miedo de enfrentarse a los mejores, dejar de promover a esos boxeadores que presumen riqueza sin haber sido valientes ni espectaculares en el cuadrilátero, dejar de ofrecer Pagos Por Evento que son un asalto al bolsillo de los aficionados.

El boxeo de hoy no aprendió la lección de vida que dejó Ali y penosamente hoy llora su muerte.

 

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