SAINT PAUL, MN
Ha dado comienzo la temporada número 55 de la Compañía de Opera de Minnesota. Y lo ha hecho con plenitud y con un programa que se antoja ineludible, inevitable y completamente disfrutable.
La primera obra es Don Pasquale, que es una obra escrita pro Gaetano Donizetti, con base en el libreto de Giovanni Ruffini, en 1811. La obra ha sido un éxito desde su estreno en 1843, habida cuenta su estilo desenfadado, cómico y hasta bufonesco, en torno a la figura del mismo Don Pasquale y sus avatares en la vida, con su sobrino, su deseo de contar con descendencia y la forma en que es engañado por su doctor en una asociación con su propia hermana y el mismo sobrino de Don Pasquale.
La presentación que nos ofrece la Opera de Minnesota, se desarrolla en una adaptación del guion original, de tal suerte que Don Pasquale es un personaje que goza de amplio reconocimiento por su trabajo cinematográfico. En el Hollywood de la década de los 1950s, con el fin del “reinado de la pantalla de plata” y el arribo del tecnicolor. Una visión nostálgica, que al cambiar, obliga a Don Pasquale a revisitar su vida, a plantearse y plantarse ante la imposibilidad de continuar siendo ese personaje tan renombrado de la pantalla.
Durante el primer acto, en particular, los espectadores gozamos de la alternancia entre imágenes en blanco y negro sobre una enorme pantalla, y la interacción de los personajes de la obra. Y de pronto, casi sin notarlo, uno se ve envuelto en la trama, con momentos en los que el sentimiento de pena por la vida del personaje central, se mezclan con el gozo por los acontecimientos que se entrelazan velozmente para llenar el ambiente de risas, de burla y de deseos porque todo se resuelva como los organizadores del complot lo desean.
Y es que en tanto Don Pasquale desea preservar su linaje contrayendo matrimonio con la hermana del Doctor Malatesta, luego de haber desheredado a su sobrino, por no casarse este con la mujer que Pasquale desearía, la historia se revela intensa y divertidísima, al ser la misma mujer en ambos casos.
Al final de la obra, y luego de obsequiarnos con un poderoso dueto entre Pasquale y Malatesta, pero sin dejar de lado las bellísimas interpretaciones de Norina, se nos presenta una moraleja que bien podría aplicar en muchos momentos de nuestra vida.
En palabras de Linda Roberts, Miembro de la mesa directiva de la Opera de Minnesota, la ópera nos ofrece la oportunidad de gozar de lo ridículo, de lo bello y de la intensidad de sentimientos, en un breve espacio. Un arte que debe ser conocido, dice Roberts, por mucha gene, y que hoy atrae a una gran variedad de gente, cosa que queda de manifiesto con la presencia de jóvenes, muy jóvenes, espectadores, que incluso asisten vestidos de gala, como solía ser requisito en el pasado. Es, por tanto, una manifestación artística que ha sido tristemente separada de las masas, pero que nació con ese interés, y que hoy es tiempo de retomarla como una alternativa a muchas ofertas artísticas que podrían carecer de contenido y sentido.
Si deseas explorar el mundo de la ópera, y nunca lo has hecho, Don Pasquale es una excelente oportunidad para hacerlo. Si eres amante de la ópera, no te pierdas esta puesta en escena que es rica, dinámica y sumamente divertida. La obra se presenta en italiano, con subtítulos en inglés, por lo que es fácil de entender. Sigue el programa de la Opera de Minnesota, que incluye esta temporada obras como Las Bodas de Fígaro y Rigoletto, reconocidas en toda América Latina. Don Pasquale se presenta hasta el 15 de octubre en el Ordway de St. Paul.
