MINNEAPOLIS, MN
Estados Unidos inicia este sábado la cuenta atrás de las elecciones legislativas del 8 de noviembre. Una fecha rodeada de incertidumbre sobre qué partido se hará con el control de la Cámara de Representantes y del Senado, en manos de momento de los demócratas.
Hasta hace meses la cuestión no era tanto si los progresistas iban a perder el poder en la Cámara Baja, sino por cuánto, pero sus sucesivas victorias legislativas desde el verano y la polémica que rodea a candidatos respaldados por el expresidente republicano Donald Trump (2017-2021) ha cambiado la narrativa, explica una fuente legislativa demócrata.
La media ponderada de encuestas de la web FiveThirtyEight da a la Administración de Joe Biden un 67 % de posibilidades de mantener el Senado y a los republicanos un 69 % de hacerse fuertes en la Cámara de Representantes.
Una tendencia en línea con anteriores comicios legislativos, en los que el partido en la Casa Blanca se ve penalizado con la pérdida de escaños, pero las tornas no están tan claras: “La situación está muy ajustada y competitiva“, señala a EFE Paul Beck, profesor emérito de Ciencias Políticas en la Universidad de Ohio.
Están en juego un tercio de los 100 puestos del Senado y los 435 de la Cámara de Representantes, pero también los gobernadores de 36 estados y tres territorios y cientos de cargos públicos a nivel estatal y local.
Su lectura, sin embargo, es federal. “Que los demócratas pierdan y que lo hagan por mucho envía a Biden el mensaje de que hay que cambiar el rumbo”, recalca la fuente legislativa, que recuerda que su partido está a la ofensiva para no perder fuelle y poder seguir sacando leyes adelante.
Cinco estados están sobre todo en el punto de mira: Georgia, Pensilvania, Arizona, Nevada y NUevo Hampshire. Estados “púrpura”, sin un candidato claro en las encuestas y donde será decisiva la capacidad de cada bando de movilizar al electorado.
Georgia es ejemplo estos días de cómo se ha encarnizado la batalla. Como protagonista, Herschel Walker, antigua estrella de fútbol americano y actual aspirante al Senado respaldado por Trump, que defiende el veto al aborto sin excepciones pero del que se ha publicado que en 2009 supuestamente pagó a una exnovia para que interrumpiera su embarazo.
El propio líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, admitió este agosto que las expectativas de su partido en esa cámara se veían minimizadas por culpa de la “calidad” de sus aspirantes.
Los demócratas apoyan su estrategia en avances como la Ley para la Reducción de la Inflación y la que prevé subsidiar con 52,700 millones de dólares la fabricación de microchips y que fortalecerá las cadenas de suministro para mejorar la posición del país frente a la competencia china, o en el peligro para la democracia que a su juicio supondrá una victoria republicana. El bando contrario pone el foco en cambio en la subida de los precios y de la gasolina y en el incremento de los crímenes, señala Grant Reeher, director del Instituto Campbell de Asuntos Públicos y profesor de Ciencias Políticas.
La nueva composición del Congreso entrará en vigor el 3 de enero y la votación que la defina es vista como una prueba para la democracia. “Hay razones para estar preocupados y vigilantes”, sostiene el experto.
Cerca de 300 republicanos que aspiran al Congreso o a puestos estatales siguen sin reconocer los resultados de las presidenciales de 2020, alertó este jueves el diario The Washington Post. De ellos, más de 170 están en distritos o estados donde se espera una victoria “azul”, y otras decenas están en carreras ajustadas.
A ello hay que sumarle que, según el experto, “si ganan los republicanos, con un presidente demócrata y un Congreso conservador va a ser muy difícil sacar cosas adelante, dado lo polarizado que está el país”.
Los progresistas se afanan por ello en que vean la luz antes de acabe el año la ley que busca proteger el derecho al voto, la que vela por el matrimonio homosexual o la reforma destinada a dotar de mayores garantías al recuento electoral.
Y a la incertidumbre que rodea la votación se añade otra meramente por razones de calendario: la redistribución de las circunscripciones que se hace cada diez años, una vez que se dan a conocer los resultados del censo electoral y solo en aquellos estados donde la población ha crecido o menguado lo suficiente como para ganar o perder representantes en la Cámara Baja.
En estos comicios de medio mandato, llamados así porque se celebran entre dos presidenciales, están ya en vigor nuevos mapas, los primeros desde el censo de 2020, y su diseño en estados como Texas o Florida beneficia a los republicanos.