MINNEAPOLIS, MN
¿Trump es capaz de desafiar el sistema constitucional de EE.UU. no aceptando una derrota electoral?
Esa es la pregunta que trata de responder Lawrence Douglas, profesor de Derecho y Pensamiento Social de la Universidad de Amherst (Massachussets), en su libro “¿Se atreverá? Trump y el inminente colapso electoral de 2020”.
Douglas plantea en su ensayo un escenario de crisis constitucional para la que Estados Unidos no está preparado porque las leyes, asegura en una entrevista con Efe, “asumen” que los líderes acatarán las normas y concederán la derrota.
En las últimas semanas, el presidente Donald Trump ha intensificado su campaña contra el voto por correo por miedo a que esta opción le perjudique e insiste, sin pruebas, en que puede provocar un fraude electoral. Ya en 2016, en uno de los debates presidenciales contra la ex-candidata demócrata Hillary Clinton, Trump no se comprometió a aceptar el resultado si perdía.
Ahora, ya como titular del despacho Oval, empiezan a plantearse dudas sobre qué ocurriría si Trump no coopera en una hipotética transición de poderes. Para ello también se prepara un grupo de legisladores, casi todos demócratas aunque con algún republicano, cuyo objetivo es plantear las peores situaciones posibles, temerosos de que Trump intente alterar la campaña antes, durante y después de las elecciones. El profesor Lawrence Douglas analiza en una entrevista con EFE qué puede deparar el futuro tras las elecciones de noviembre a partir de su nuevo libro.
Pregunta: ¿Un escenario en el que Trump no acepta el resultado es posible?
Respuesta: Creo que es muy real. No he escrito un “thriller” político. No me estoy imaginando que Trump vaya a hacer una barricada en el despacho Oval con agentes del servicio secreto. Lo que imagino es cómo el presidente podría desafiar o disputar una derrota electoral en noviembre. Y creo que las posibilidades de que eso pase son muy grandes.
P: ¿Por qué?
R: En las últimas semanas Trump ha atacado de forma muy agresiva la validez del voto por correo. Millones de estadounidense utilizarán este sistema en noviembre por miedo a la pandemia. ¿Por qué lo ataca de forma tan agresiva? Porque suele ser utilizado en áreas urbanas abrumadoramente demócratas. Así que plantando la semilla de que estos votos pueden ser fraudulentos, lo que hace es establecer un pretexto para explicar por qué ha perdido las elecciones. Y si eso pasa, estaríamos inmersos potencialmente en una situación bastante volátil.
P: ¿Qué le preocupa más? ¿Que Trump sea capaz de hacerlo o que el sistema no pueda prevenirlo?
R: En el libro cuestiono qué pasaría si hay un presidente dispuesto a no conceder la derrota y desafiar la Constitución. ¿Cómo de bien equipado está nuestro sistema para lidiar con una crisis de las transiciones pacíficas? Y es verdaderamente alarmante descubrir que el sistema no está para nada bien equipado. Podríamos decir que las leyes federales asumen que los líderes acatarán las normas y concederán una derrota. El sistema simplemente no está preparado para ese desafío. Y menos con la composición actual de la Cámara de Representantes y Senado, dividido en el control por demócratas y republicanos respectivamente. Esto también ocurre en estados clave como Wisconsin, Pensilvania y Michigan -cuyas cámaras legislativas deben enviar un documento con los resultados electorales-.
P: ¿Qué pasaría cronológicamente si Trump no acepta la derrota en noviembre?
R: Hay que entender la complejidad del sistema electoral. Como vimos en 2016, un candidato puede ser presidente perdiendo el voto popular por un margen sustancial, como ocurrió con Clinton, que le sacó unos tres millones de votos a Trump. Todo depende del número de votos electorales de cada estado (en total: 538 votos electorales repartidos en 50 estados). Quien consiga un estado, se lleva todos los votos, incluso si el margen es pequeño. Tendemos a pensar que sabemos quién va a ser el ganador a eso de las once de la noche del día de las elecciones. Pero si es muy ajustado, especialmente si hay de por medio votos por correo que no se contarán hasta semanas siguientes, podríamos no saber quién es el presidente hasta varias semanas después. Y si el voto por correo resulta muy ajustado y otorga la victoria a Joe Biden por un margen estrecho, creo que Trump desafiará la validez del resultado.
P: ¿Y después?
R: Estaríamos hablando de semanas de recuento, litigios, idas y venidas al juzgado, parecido al año 2000, con las elecciones del vicepresidente Al Gore contra el republicano George W. Bush. Entonces, la Corte Suprema, en una decisión muy partidaria, paró el recuento entre dudas de si era posible ordenarlo. En cualquier caso, creo que no fue la Corte quien solucionó aquello, sino Gore, que aceptó parar el recuento y conceder la derrota. Veo imposible que Trump haga una concesión tan gentil y estadista como esa. Pondrá sus intereses por encima de los de la nación.
P: ¿Y si no hay presidente electo el 20 de enero, para la toma de posesión?
R: Antes del 20 de enero, Congreso y Senado se reúnen el día 6 en un acto bastante ceremonial de unos 20 minutos para certificar los votos electorales y el resultado. Pero si es una elección disputada, se pueden dar profundas controversias que solo se podrían dirimir en dos semanas, porque la Constitución fija el 20 de enero como el día que debe haber un nuevo presidente en el cargo. ¿Qué pasa si el Congreso no ha resuelto para entonces? Según la ley de sucesión presidencial de 1947, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi en este caso, sería designada como presidenta en funciones. ¿Significa eso que no vaya a haber presidente electo? De nuevo, es una situación muy explosiva en la que tenemos a un presidente titular, Trump, declarando su victoria e insistiendo en el fraude. Y también podríamos tener a Biden diciendo que él es el presidente legítimo. Todo ello a la vez que Pelosi actúa como presidenta interina. ¿A quién siguen los militares? ¿Quién es el comandante en jefe? Con suerte los militares siguen la ley de sucesión presidencial y reconocen a Pelosi hasta que se solvente la crisis electoral.
P: Si Trump se niega a conceder una derrota… ¿Lo llamaría golpe de estado?
R: Mi miedo no es que Trump vaya a tener éxito en un golpe ni que permanezca en el cargo tras perder. Mi miedo es que haya tal cantidad de caos que aumenten los disturbios a nivel nacional. Esta última semana vimos la voluntad de Trump de desplegar a los militares con el fin de responder a manifestaciones civiles. La preocupación que tengo es su capacidad para crear una situación completamente caótica al no reconocer una derrota. Esto podría conducir a tropas en la calle, que es algo que creo que nadie quiere imaginar que sucede en EEUU.
P: ¿Qué espera de los legisladores republicanos?
R: Durante el proceso de “impeachment” se mantuvieron del lado del presidente independientemente de los abusos de poder que hubiese cometido. Solo Mitt Romney se opuso, alguien que hace ocho años era el candidato presidencial de los republicanos y que ahora está aislado. No tengo mucha confianza en que contengan a Trump. Ocurrirá como hasta ahora y tolerarán todo tipo de abusos de poder por su parte.
P: ¿Y de la Corte Suprema?
R: Si interviene no soy pesimista. Creo que el juez Roberts, el presidente, es un verdadero institucionalista que protegerá el prestigio de la Corte. Me lo imagino fácilmente situándose con los miembros progresistas para defender lo que sería un ataque a la constitución.