MINNEAPOLIS, MN
Apareció luego de sus músicos. Un baterista y un mezclador, un DJ. Llegó con un cigarro, un puro, entre sus dedos, y dispuesta a tomar el escenario de un Centro Cultural Cedar que contaba con un buen número de personas dispuestas a disfrutar de un magnífico espectáculo.
Ella es La Dame Blanche, quien vino directamente de Cuba, para ofrecer una deliciosa mezcla de música hip-hop, cumbia, salsa y reggae. Yaite Ramos Rodríguez, La Dame Blanche, llenó el ambiente con sensualidad, a partir de una potente voz que transitaba sin problema de uno a otro estilos, y que nos ofreció una muestra de que en la Isla, esa perla que Celio González habría “perdido” en el mar, se encuentra enteramente conectada con el mundo entero y sus expresiones culturales.
La Dame habló en sus letras de los antepasados negros, africanos, latinos y españoles, que dan forma a una cultura singular que es la de Cuba. Asimismo, con líricas repletas de mensajes y con profundo contenido, nos ofreció una muestra de la adopción de ritmos ajenos a la idea de la isla tropical, y ahí estuvieron diversos temas de hip-hop y de reggae. Pero también, Ramos Rodríguez se presentó como una excelente flautista, con una ejecución limpia, de escuela, que se conjugó perfectamente con la orquestación electrónica y la batería.
La Dame Blanche, o la Dama Blanca, trajo también consigo una referencia a la figura mitológica de diversos países celtas. Una mujer que se identifica como Macha dentro de la mitología irlandesa, y que es la representación simbólica de la muerte, la Reina de la Muerte, asociada con muerte, destrucción y aniquilación.
Y, sin embargo, su propuesta musical es todo menos eso. Se trata de una invitación al gozo, al disfrute y a la reflexión. A pensar en la juventud cubana fuera de la cápsula que comúnmente encierra nuestra información respecto a la Isla, en la que los jóvenes no pueden expresarse libremente, y antes bien, a una juventud más semejante a la que existe en todas las partes del mundo entero. Una juventud crítica, contestataria, pero también feliz, pensante y propositiva.
También, los ritmos propuestos, la conjugación de la voz y los instrumentos en el escenario, parecen conjurar a los espíritus que hablan de la historia cubana. Con claros tintes de santería, si se quiere ver desde fuera, y con una propuesta poderosa de espiritualidad. Pero sobre todo, con una calidad obvia, incuestionable, y que permite reconocer, una vez más, la calidad que es capaz de presentar el Centro Cultural Cedar.
Una noche mágica, muy cubana, con la mayoría de los asistentes cayendo presa de la magia musical de la Dame Blanche, para bailar con furor, casi con fuerza inaudita, desconocida por los propios bailarines, para parecer poseídos por esos espíritus invocados. Una propuesta de calidad, de sabor y de novedad para muchos.
