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ESTAFADOS EN SILICON VALLEY: EL SUEÑO AMERICANO QUE NUNCA FUE

MINNEAPOLIS, MN

Los españoles Javier y Maryam llegaron a EE.UU. en 2015 con la promesa de un trabajo legal y un salario de hasta 5.000 dólares al mes, pero cuatro años después cuentan a Efe cómo fueron estafados por tres personas que ahora se encuentran en paradero desconocido y condenadas por la Justicia.

Javier y Maryam, que prefirieron que no se publicasen sus apellidos, forman parte de un grupo de 17 personas, en su mayoría españoles, que un tribunal estadounidense ha considerado víctimas de estafa laboral por parte de los propietarios del restaurante TapaOlé y del salón de belleza Utopik.

“En agosto de 2015 yo buscaba trabajo por internet desde Santander (España) en el portal MilAnuncios.com y me contactaron con una oferta que sonaba muy real y muy atractiva”, explicó a Efe Javier, profesional de peluquería, enfrente del antiguo local Utopik, en el que trabajó durante dos meses y medio hasta que fue cerrado por el FBI.

“Cuando llegué aquí me encontré con que el salario era mucho menos de lo que me habían ofrecido en un principio y tampoco me pagaron el viaje, algo a lo que se habían comprometido”, relató.

A Javier le prometieron ganar entre 3.000 y 5.000 dólares al mes, alojamiento, comida y transporte gratuitos durante los primeros meses, cubrir el coste del vuelo a California y poder trabajar en EE.UU. de forma legal, pero casi nada terminó resultando cierto.

El sueldo, por ejemplo, acabó siendo de en torno a 2.000 dólares al mes (la mitad de la media de lo prometido) en una área, Silicon Valley, en la que el coste de vida es de los más elevados de EE.UU., y su situación laboral nunca fue regularizada hasta que las autoridades intervinieron en el caso y le otorgaron estatus de víctima de tráfico de personas.

Precisamente tráfico de seres humanos era el cargo más importante que la Fiscalía imputaba a los españoles Pedro Barea y María Esther Narbona y al cubano Paulino O’Farrill, propietarios del salón y del restaurante, quienes finalmente fueron condenados por estafa y fraude laboral, pero no por tráfico de personas.

Barea, Narbona y O’Farrill, que vivían en una misma vivienda y que, según sus empleados, mantenían una relación sentimental a tres bandas, se dedicaban a contactar con residentes en España, hacerles suculentas ofertas para trabajar en el salón de belleza o el restaurante de tapas y llevarlos a EE.UU. para trabajar ilegalmente y con unas condiciones distintas a las acordadas.

“Yo pedí un contrato varias veces, pero me dijeron que no, que aquí no hacía falta. Lo veía como una gran oportunidad de venir a EE.UU. tres meses y regresar con 15.000 dólares, que hubiese sido una ayuda grande para el futuro de mi familia”, dijo a Efe Maryam, que entonces residía en Sevilla y se quería casar con su novio.

“Me prometieron que iba a ganar entre 3.000 y 5.000 dólares y al final lo máximo que saqué fueron 1.700 dólares al mes en una zona que es muy cara. Es todo un engaño, un juego para atrapar a las personas”, explicó.

Una vez aterrizó en EE.UU., a Maryam la pusieron a dormir en la despensa de la casa que los tres condenados compartían, junto a las latas de comida con las que abastecían el restaurante, y durante el primer mes y medio no cobró nada, ya que sus empleadores le decían que el dinero que ganaba iba a cubrir los costes del vuelo.

Barea, Narbona y O’Farrill fueron hallados culpables y condenados por más de cuarenta de delitos, todos ellos relacionados con fraude y estafa, por un tribunal de San José (California, EE.UU.) a finales de agosto, pero el pasado 20 de septiembre, cuando estaban citados para que se les leyese la condena de prisión, no aparecieron y se les declaró en fuga.

“Conociéndolos, yo creo que se han ido a México con todo el dinero de estos años”, apuntó Maryam, quien, como Javier, está rehaciendo su vida en el área de Silicon Valley con su situación laboral ya regularizada.




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